Translate

27 noviembre 2009

"De la soca". Alegoría a la Mare de Deu del LLedó.

Estimados lectores:

En esta ocasión quiero compartir con todos ustedes, una de mis últimas obras que más me han exigido tiempo de investigación, organización y trabajo, su titulo, “De la soca” que en valenciano significaría algo como “de la raíz”, “de origen” en referencia a aquello que es autóctono y distinguido del lugar, como es sin duda para el pueblo de Castellón su patrona, la Virgen del LLedó o Virgen del Lidón.

Como algunos de ustedes conocen, fuimos invitados un grupo de 16 artistas de Castellón, para realizar una exposición colectiva en alegoría a la Virgen del Lidón, y sin duda fue para mí todo un privilegio, que yo fuera uno de esos elegidos.

Pretendo con este artículo acercarlos a aquellos aspectos simbólicos que he tenido en cuenta a la hora de realizar esta obra y a pesar de la extensión del mismo, espero que les resulte de vuestro interés y agrado. Sin más preámbulo he aquí “De la soca” una alegoría a la Mare de Deu del LLedó.

Cuando la leyenda se convierte en mito…
El hallazgo milagroso o “Troballa”, como se diría en Valenciano

Se cuenta que allá por el año 1366, un humilde labrador, (o “llaurador” como se dijera en valenciano) de nombre Perot de Granyana, se encontraba arando en el campo con su yunta de bueyes, (pues era necesario preparar bien el terreno para la siembra, el año anterior la cosecha había sido buena, pero para este próximo tenía que ser aun mejor), cuando de pronto, debajo de un robusto y despoblado almez, (en valenciano se le llama "lledoner", de aquí el nombre del atributo a la virgen según se castellanice: LIDÓN o se valencianice: LLEDÓ) el caso fue que la pareja de bueyes se postraron ante aquel árbol, sin que el buen Perot pudiera hacerlas continuar con la faena, por más que insistió el buen hombre para que se levantaran la pareja de bueyes quedaron postrados e inmóviles debajo de aquel “lledoner”. Al acercarse a comprobar cual había sido la causa de aquella brusca parada de sus animales, el asombrado campesino se puso a escarbar, cuando debajo de una gran piedra, Perot encontró una diminuta y antropomorfa figurilla de alabastro de apenas unos 6 centímetros de altura tallada de forma tosca y un tanto primitiva donde se podía apreciar, no con cierta dificultad, la imagen de una figura de mujer, con sus dos manos unidas al pecho en posición de orar. Sorprendido, Perot, tomó la figura y se dispuso a dar cuenta de lo acontecido a las autoridades del pueblo, ¡todos debían saber lo que había sucedido en aquel lugar! Perot sorprendido se preguntaba una y otra vez ¿Cómo era posible que aquella diminuta figurilla hubiera hecho detener sin más, la fuerza bruta de sus nobles bestias de labranza?, ¿Cómo había sido posible aquello a lo que la lógica no podía dar respuesta? Al ser ya un poco tarde, las dependencias municipales se encontraban cerradas, lo que obligó a Perot a retirarse esa tarde a su casa con aquella diminuta y misteriosa talla. Ya en la tranquilidad de su casa, la noche se le hizo larga al buen Perot y no fueron pocos los sueños y sobresaltos que le acompañaron, muy lógicos después de tantas emociones vividas durante el día.

A la mañana siguiente, cuando este se disponía a llevarla a las autoridades para enseñarla y dar parte de lo ocurrido, se encontró con que la figura había desaparecido de su casa, el misterio reaparecía nuevamente para aumentar la sorpresa de aquel hombre, pues no tenía Perot en su casa más compañía que su fiel perro, incapaz de haberla hecho desaparecer. De pronto, Perot, sintió un extraño impulso de regresar nuevamente al huerto, al mismo lugar donde se la había encontrado el día anterior y allí fue a buscarla, al llegar al lugar, algo aumentó aun más su sorpresa cuando pudo comprobar que aquella diminuta figurilla de alabastro, descansaba inmóvil en el mismo lugar, en la misma posición que se la había encontrado el día anterior y aun más reluciente. Confuso y muy nervioso, Perot la tomó entre sus manos nuevamente y corrió a contárselo a las autoridades de la ciudad y de paso mostrarles la prueba de lo ocurrido.

Al llegar al consejo municipal, nadie le creyó aquella fantástica historia al buen Perot y muchos pensaron que era episodio de locos o de borrachos, no obstante a ello, se quedaron temporalmente con la figurilla y le invitaron a que se retirara a su casa a descansar. A pesar de la incredulidad que estos mostraron ante los hechos contados por el buen Perot, decidieron aceptar la pieza para analizarla y testar al día siguiente los pormenores del hallazgo en el libro de registros. Una noche más que debería pasar la Virgen fuera de su “Lledoner” pero ¿cual fue la sorpresa que al día siguiente tuvieron las autoridades municipales al ir a buscarla?, pues como en la vez anterior, la figurilla había desaparecido, obligando a aquellos funcionarios incrédulos, a pedir que buscaran de inmediato a Perot, para que les dijera cual era el lugar donde la había encontrado, el hecho ocasiono gran revuelo y la noticia corrió por toda a comarca, provocando que un gran número de personas se dieran cita para acompañar a Perot.

No tardo mucho en aparecer el buen hombre en aquellas dependencias para guiarlos hasta el lugar de la “troballa” (hallazgo), al llegar al allí y bajo el mismo Lledoner (el que siempre había sido su casa), estaba la hermosa figurilla, que en su origen pudo ser pagana, pero que gracias a la fe que le profesaron aquellos habitantes de la comarca de Castellón, se transformó en una devota imagen de la Virgen María. En aquel feliz y sagrado acontecimiento donde los ángeles acudieron como testigos, quedaron unidos para siempre su imagen con la del pueblo de Castellón, que desde entonces la ha adorado y la ha hecho su venerada patrona. En el lugar del hallazgo, los hombres levantaron un hermoso templo en su gracia y que hoy es punto de peregrinación, paz, recogimiento y encuentro, no solo del pueblo de Castellón, sino de todo aquel que quiera visitarla.

Y este es el relato que la tradición nos ha trasmitido desde aquellos antiguos tiempos hasta nuestros días, y que es el cuerpo teórico que inspira este trabajo.

El retablo.
Su construcción.

Después de documentarme ampliamente sobre el tema, (a mi entender imprescindible siempre que se hagan trabajos sujetos a un contenido concreto) así como una necesaria preparación emocional del motivo, apoyándome para ello en la realización de varias obras a modo de estudio de temas religiosos (dos ejemplos en las imagenes), consideré interesante y muy atractiva la idea desde el punto de vista conceptual, realizar un retablo de tres cuerpos, con la intención de rememorar y recrear una pieza artística de expresión típica de aquella época. Para ello me documente sobre las características constructivas del mismo, uso del pan de oro, reintelado de la madera, imprimaciones clásicas etc. fueron muchas las horas de construcción no solo de los aspectos que tienen que ver con la masonería del mismo, sino también, con los aspectos técnicos a emplear. Por ultimo decidí realizarlo en acrílico sobre lino, este reintelado sobre madera en el cuerpo central del retablo y sobre bastidor en los laterales, así le proporcionaba mayor ligereza a la pieza en su conjunto y una más fácil manera de plegarlo cuando fuera a cerrarse gracias al uso de bisagras,

El retablo, los símbolos alegóricos.

Cuando el retablo se encuentra cerrado, la escena que vemos representada es la de dos ángeles custodios (el del día y el de la noche) que se afanan por mantener a salvo la luz de la fe, que aparece con máxima iluminación en la parte central de la composición radial del cuadro, punto donde he colocado un sencillo cerrojo, para dar comienzo una vez abierto, a la lectura visual del desarrollo del mito. Esta escena se desarrolla debajo de dos arcos góticos, aludiendo con ello al estilo arquitectónico de las construcciones religiosas de ese periodo del arte; un elemento típico de estas construcciones y que fue muy desarrollado en ese tiempo, fueron las vidrieras o vitrales circulares, llamados rosetones, algo que he utilizado también como elemento repetidamente simétrico en la parte superior de la composición y donde recreo dos partes del escudo representativo de Castellón, en uno el castillo de las tres torres y en el otro, las cuatro barras de Aragón, simbolizando la antigua posesión de los territorios provinciales a la Corona de Aragón (más correctamente al Reino de Valencia). Una vez abierto el retablo, la obra se vuelve muy alegre tanto en su luz como en su cromatismo (muy alejado de la herencia Gótico - Barroca donde se trataban estos temas) mi intención con ello es hacer alusión a un hecho que debe ser motivo de felicidad y alegría para todos los creyentes en la Virgen, así como también hacer referencia a su aproximación al pueblo. En el cuerpo central del retablo, aparecen los elementos protagonistas de tan representativa historia, por un lado, tenemos coronando la escena en la parte central superior, a la Virgen de Lledó, debajo se encuentra Perot de Granyana con su yunta de bueyes, descubriendo debajo de una piedra, la luz de la fe que simboliza la estatuilla encontrada, también esta presente en el centro el Lledoner que sirve como elemento compositivo de vínculo a los tres cuerpos, la organización de estos tres elementos en la composición de la obra, responde a su significado esotérico y metafísico en su aspecto conceptual, por un lado en la parte superior, el lugar de lo ideal, abstracto y eterno, representado por la imagen de la virgen y por otro, lo concreto, mortal y humano que es representado por Perot de Granyana; el Lledoner es el símbolo de identidad, distinción de lugar y vinculo entre los dos mundos.

En el cuerpo de la Izquierda (estando de frente al retablo abierto) se puede apreciar un hermoso ángel de luz y pureza, simbolizando el momento del feliz encuentro de la Virgen con el pueblo de Castellón. A la derecha está representada la actual basílica donde se custodia y venera a la imagen. En la parte superior de este mismo cuerpo vemos una rama del despoblado Lledoner (Almez) donde intencionadamente se han pintado solo tres hojas con su fruto, haciendo una clara alusión al número místico de la trinidad (3). El cielo del retablo refleja a través de su cromatismo, distintas alturas del sol haciendo alusión a los tres días en que transcurrieron los hechos, por esa razón se aprecian tonos anaranjados, con mayor y menos nubosidad, así como un cielo de azul claro despejado, muy representativo de la luz del medio día. En la parte inferior que comprende todo el retablo, es decir los tres cuerpos, la composición descansa en líneas y planos ondulados de gran sensualidad y dinamismo, aludiendo a dos características geográficas principales del lugar donde se produce la “Troballa”, por un lado, la topografía del terreno de la provincia de Castellón, la cual está considerada la segunda provincia en altura topográfica media de toda España y la segunda acepción, su proximidad con el mar, sin duda dos singulares características que acompañan a la leyenda, con un atractivo y sensual escenario.

Y hasta aquí mi trabajo, espero que lo hayan disfrutado.

Muchas gracias

Amaury Suárez