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10 diciembre 2010

En Castellón a los que no quieren caldo, se les ahoga en sopa.

Estimados lectores:

Una vez más los periódicos locales nos informan de una nueva obra escultórica del único y omnipresente artista castellonense Juan Ripollés, la escultura con 18 metros de diámetro de circunferencia (el mayor volumen de todas las que ha realizado hasta la fecha) se instalará en la rotonda de acceso al aeropuerto de Castellón. La misma rinde homenaje, al que según palabras del autor, ha sido el máximo impulsor de la instalación aeroportuaria, el Sr. Carlos Fabra. La monumental obra servirá para dar la bienvenida y el adiós, a los turistas que lleguen y se vayan en avión de nuestra provincia.

Y digo yo que además servirá, para que todos aquellos que nos visiten (sean turistas nacionales o extranjeros) no tengan la menor duda, en cuanto a que toda esta ciudad no es otra cosa, que la particular galería al aire libre de este cabrituno artista, por la gracia de los políticos que nos gobiernan en esta comunidad desde hace algunos años; como tampoco podrán tener dudas, de que así como en la antigua Roma, en el Irak de Saddam Hussein, en la Corea del Norte de Kim IL Sung, o en la España de Franco, aquí también practicamos el culto a la personalidad de nuestros lideres políticos realizándoles obras colosales, como queda demostrado en estos significativos ejemplos. Algo que particularmente me molesta y desde luego no puedo aprobar, pues siempre he creído más digno y de aprecio, que a un político se le recuerde más por sus obras y gestión al servicio de los demás, que por los monumentos que le erigieron en vida, máxime aun, cuando existen más que sospechas, sino indicios legales, de conducta irregular del que precisamente le ha servido en esta ocasión de inspiración a este artista para esta obra, pero en fin, “es lo que hay”, como me dicen con resignación, algunos de mis amigos de Castellón que al parecer ya están acostumbrados de que cosas así ocurran en estas tierras.

Por otra parte, volver a ver en tan corto espacio de tiempo, otra obra de Ripollés en nuestra ciudad, es un acto que ante la incuestionable evidencia, solo puede ser “entendido” o “justificado”, si pensamos en turbios compadreos con la clase política que gobierna en esta comunidad.

Porque los favoritismos que se tiene con este artista, ya huelen muy mal y resultan de una obscenidad y de una falta de respeto, no solo a los artistas de la zona, muchos de ellos jóvenes con obras de mejor y mayor calidad que la del Sr. Ripollés, y que ante estos claros tintes de prevaricación y arbitrariedad en el diseño de la política cultural de nuestra ciudad, no les queda más remedio (o al menos es lo que hacen) que corresponder con el cómplice y servil silencio, sino que además (y a mi juicio aun más grave si cabe) se menosprecia a la población, que en los tiempos que corren de grandes ajustes y recortes presupuestarios, tienen que resignarse a escuchar en las emisoras locales o leer en los periódicos, como jugosas partidas de nuestro dinero (en esta ocasión son 300.000 euros, pero que ya suman millones) se quedan, controlan y reparten siempre entre los mismos, dejando actuar con manos libres a aquellos que deben servirnos y gestionar con responsabilidad, equidad y justicia los intereses de todos. Y es que no se puede dejar hacer y deshacer con total impunidad, lo que a estos señores les da la gana. Decía el escritor español Noel Clarasó que un político es aquel que se pasa la mitad de su vida haciendo leyes, y la otra mitad ayudando a sus amigos a no cumplirlas. Y no encuentro en estos momentos y para el caso, mejor frase, porque lo que ocurre en Castellón (al menos con los asuntos del arte y la cultura) es de juzgado de guardia (y nunca mejor dicho).

Por otra parte tiene gracia, pues luego me hablan del descontrol en la gestión, del despilfarro y del cacicazgo que existe en las republicas bananeras de otros países, principalmente en Iberoamérica; quizás fueron estos polvos, los causantes de aquellos lejanos lodos, pues sin duda la colonización fue larga y profunda y sería más aconsejable que antes de ver la paja en el ojo ajeno, miremos la viga en el nuestro.

Y es que en esta comunidad, al menos en lo referente a la cultura y el arte, las cosas o se realizan mal, o no se realizan, o se realizan a dedo, beneficiándose siempre los mismos y quedándose los más importantes y jugosos proyectos (también en términos presupuestario) en manos de los mismos. Y todo esto pudiera ser comprobable, pero al parecer, no interesa. Curiosa similitud con la “Banana Republic” ¿no lo creen así?

En fin que ya puesto a proponer y realizar homenajes, sería sin duda más lógico y coherente, con la política cultural que aquí tenemos, llamar a Castellón “Ciudad de las artes y las ciencias del engaño” al menos así, todos sabríamos a que atenernos, porque lo que está claro es que aun cuando estés convencido de que existen en Castellón más valiosas, atractivas e interesantes propuestas que la del Sr. Ripollés, los políticos de turno te lo van a seguir metiendo por los ojos, no se si por gusto, por desconocimiento e incultura, o por simple compadreo, porque aquí en Castellón con este tema, a los que no quieren caldo, se les ahoga en sopa.

Hasta la próxima entrega.

Amaury Suárez