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22 febrero 2011

¿Portamaceta o Gaiata?

Estimados Lectores.

"…Hoy en día podemos pasear por las calles de la ciudad y disfrutar de una ciudad más guapa, respirando cultura y admirando nuevas obras de arte...” Estas fueron algunas de las palabras que pronunció el pasado viernes 18 de febrero nuestro alcalde, el Sr. D. Alberto Fabra Part, en el acto de inauguración de la escultura titulada “Fuego” del autor D. Jacinto Domínguez Luna, vecino de nuestra ciudad y delineante de profesión y que se encuentra emplazada en la rotonda de intersección de la avenida de Valencia, con la avenida de Burriana.

Es curioso como algunos hombres en un claro ejemplo de incontinencia verbal y demagogia política, pueden tener tan equivocada su percepción estética, y además atreverse con irresponsable ligereza intelectual, a valorar y diferenciar, lo bello de lo feo, la cultura de la seudocultura, el valor popular autentico, del mal gusto populista, haciéndose notar con mayor evidencia la equivocada apreciación, cuando el que habla no tiene, o tiene muy poco conocimiento del tema, pues para comprobar tamaña equivocación, solo tenemos que andar las calles de Castellón, para percatarnos de la aberración estética que existe en esa llamada política de “embellecimiento” de nuestra ciudad, donde encontramos a algunos auténticos “pegotes” (muchas veces del mismo autor) que poco o nada tiene que ver, ni con lo elevado y culto, ni con el entorno donde ha sido ubicada la obra; quizás si la elección hubiera sido consecuencia de un serio estudio de diseño urbanístico por parte de profesionales, y no de la incompetente, caprichosa y desinformada opinión de funcionarios, o políticos de turno que así lo eligen y asignan, esto no ocurriría, pero a pesar de todo, prestamos atención a lo que dicen aquel que ostenta la mayor responsabilidad de gestión dentro de la comunidad de personas, con la esperanza siempre de que algo pueda cambiar algún día; pero una vez más, escuchado el protocolar discurso de nuestro señor alcalde, llegan a mi mente las ilustradoras palabras que alguien dijo una vez… “Los sabios hablan porque tienen algo que decir. Los políticos hablan porque tienen que decir algo”, pero en fin, esto sería tema para otro articulo.

Hablando de la escultura “Fuego” de Jacinto Domínguez, que es el tema que nos ocupa en este artículo, tengo que confesar que cuando fui a verla al lugar, aunque con visibles errores técnicos, como: huellas dejada por el uso de radiales y gruesas soldaduras que actúan en detrimento de la calidad del acabado, esta me resultó muy agradable en su color de oxido natural. No se puede negar que Jacinto conoce el material, pero no tanto como para encubrir los errores que no escapan al ojo del experto. Aun así, lo cierto es que nos enfrentamos ante una escultura que alcanza una altura aproximada de unos 8 por 5 metros de diámetro; valores estos contenidos en un peso de 5,2 toneladas, realizada con láminas de hierro de 6mm de grosor por 750 mm de ancho que le aporta una cierta ligereza visual, así como una decorativa simetría que adorna el entorno urbanístico. Pero un color bonito no es suficiente merito como para hablar de una buena obra y mucho menos, para sentirse orgulloso del trabajo realizado, siendo precisamente en éste sentido, que quiero hacer mi valoración del trabajo.

Según he podido investigar el diseño de esta escultura 'Fuego', surge de una que el autor realizara en mediano formato (autor y obra en la imagen) y que fue expuesta junto con otras (también en metal) en una exposición que realizó en el Centro Municipal de Cultura del 21 de Enero del 2010 y que desde entonces, el autor la concibió como representación o símbolo de una llama.

Pienso que el cambio de escala, así como los contrapesos visuales, no favoreció a la monumental pieza que hoy se exhibe en la rotonda, pues sus actuales errores compositivos y de ritmo se hacen patentes, poniendo en evidencia la falta de rigor y conocimiento de su autor en este aspecto, ya que la rigidiza a tal punto que más que un fuego, (elemento caracterizado por su asimetría y gran dinamismo de líneas) esta pieza bien podría funcionar como un oxidado homenaje a la “gaiata”, (algo muy castellonense por otra parte) o un monumental soporte para macetas de barro a escala heroica, de los que vemos referenciados en la sección de jardinerías de los grandes almacenes o tiendas de bricolaje. Sin embargo esta falta de movimiento, impropia del objeto representado (el fuego) no aparecía en la escultura de mediano formato que Jacinto exhibió en el Centro Municipal de Cultura de la calle Antonio Maura en enero del 2010, la cual aportaba mayor dinamismo y control compositivo. Pienso que el temor a que las láminas de hierro de 6mm de grosor por 750 mm de ancho se “separaran”, obligo al inexperto escultor, a utilizar una medida preventiva o solución muy elemental, colocando una especie de cinturón en la parte baja de la pieza, convirtiéndola en algo rígido, verdaderamente ingenuo y sin valor compositivo alguno. Cuando no se tienen los conocimientos necesarios (tanto teóricos, como prácticos) ni la experiencia que traen los años de dedicación a la especialidad, ni se es verdaderamente un experto del volumen, en este caso un escultor, suelen ocurrir estos episodios lamentables, francamente desafortunados, que ante un riguroso análisis y valoración profesional de la propuesta, lo que nació como “escultura” monumental, es simplemente un objeto anodino de gran tamaño que no pasa el aprobado.

Quiero para ir concluyendo este artículo, ilustrarles con un valioso ejemplo de un trabajo profesional de Ricardo Ugarte escultor, pintor, grabador, fotógrafo y escritor perteneciente a la Escuela Vasca de Escultura junto con Jorge Oteiza y Eduardo Chillida entre otros, y que curiosamente lleva por titulo “El aleteo del fuego” (tres ultimas imágenes). Como podrán comprobar en este magnifico trabajo de gran dinamismo del famoso escultor vasco, podemos imaginar y sentir con gran emoción, hasta el calor de sus asimétricas llamas, algo que desafortunadamente, dista mucho del fuego de mechero que nos propone el Sr. Jacinto Domínguez.

Y es que como en todo oficio o profesión, existen reglas que respetar, conocimiento que adquirir y destreza que desarrollar. Acostarse delineante y levantarse escultor es muy difícil, mucho más cuando tratamos de hacer algo tan grande como este singular “fuego” que nos propone Jacinto Domínguez, donde afloran sin reserva, las autenticas y reales carencias que tiene su autor en esta disciplina artística. Porque eso es algo que aunque queramos adornarlo con amables y entusiastas palabras, políticamente correctas, como las que pronunció nuestro alcalde el dia de su inauguración, no podemos negar, ni encubrir la verdad, porque bueno será siempre el hojalatero para hacer vasijas de cobre y aceiteras, pero muy limitado es su conocimiento, para realizar proyectos más ambiciosos y monumentales que exijan de él mayor preparación.

Y mientras tanto me pregunto… ¿Qué inauguró el Sr. Alcalde en la rotonda de la avenida de Valencia, con la avenida de Burriana, un "Fuego", un "Portamaceta" o una "Gaiata" de hierro?

Hasta la próxima entrega

Amaury Suárez

16 febrero 2011

“Azul”. Una mirada más allá de los ojos.

Estimados lectores:

En estos días la Sala Bancaja Hucha de la Fundación Caja Castellón-Bancaja, sita en calle Enmedio 82, expone una serie de cuadros, todos en técnica al óleo sobre soporte madera, de la joven pintora castellonense Patricia Bonet, el titulo escogido en esta ocasión para identificar la muestra es el de “Azul”, en directa y clara alusión al mar, concretamente al mar mediterráneo, que ha sido para esta pintora su fuente inspiradora, además de escenario de lujo, que como testigo de excepción, recogió las más hermosas crónicas de un pasado conciliador, donde judíos, moros y cristianos, compartían cotidianidad y futuro, dejando en su buen hacer, huella enriquecedora en la actual cultura mediterránea, de la que hoy muchos se sienten orgullosos, pero a la vez incapaces de volver, a esa armónica convivencia de los pueblos de antaño. Y es curioso, porque a pesar de todo esto, Bonet quiere alejarse de la crítica social, para reivindicar una obra más contemplativa, emocional y estética, donde el valor del lenguaje en el discurso de la obra, esté fundamentado en el recurso plástico de donde emana un resultado de gran sensorialidad y lirismo.

A pesar de ese aparente hermetismo que a priori la obra de Bonet nos pudiera transmitir, y que por otra parte se encuentra en estrecha sintonía con los antecedentes iconográficos de donde bebe como son: el Suprematistmo de Kazimir Malévich o la color-field painting (pintura de campos de color) de Mark Rothko y Barnett Newman, (imágenes del párrafo) enmarcadas estas ultimas en el expresionismo abstracto norteamericano, el aspecto compositivo de gran esquematismo que Patricia Bonet aborda en todas ellas y que basa fundamentalmente en una línea horizontal a diferentes alturas en el plano de representación, sugiriendo así, las diversas visuales que podríamos percibir del horizonte en el mar a través de una imaginaria ventana que nos sitúa cual “Voyeur” de la inmensidad de sus aguas y unido esto, la amplia gamas de azules que esta pintora incorpora, persiguen de algún modo en su referencia directa con la propuesta, dos sentidos o niveles de lectura en sus obras, por una parte, uno cercano, individual o anecdótico que se encuentra en estrecha relación con la rápida identificación del motivo (el mar) y otro más amplio, sugerente y culto, referido al concepto que en él se encierra, es decir, emociones, escenario de calma y reflexión que pudieran incursionar incluso en lo filosófico o místico y aspectos vinculados a factores de tipo vivencial, entre otros. Es por ello que la obra de Patricia Bonet es tan cercana como universal, tan intimista como común a todos, tan hermética como abierta en sus intenciones conceptuales, lo cual propicia un amplio espectro polisémico del discurso.

Desde el punto de vista formal, las obras presentan un exquisito acabado, donde el uso del color ha sido ejecutado mediante finas veladuras (me atrevería a decir que con aerógrafo), arrojando un resultado de gran delicadeza y belleza, donde el color azul se alza como principal protagonista en muchas de sus variantes y combinaciones. La buena factura en el resultado de sus obras, nos hablan de un trabajo serio y constante, digno de aquellos que pretenden llegar con su arte a lugares más encumbrados de reconocimiento y prestigio.

La obra actual de Patricia Bonet, si bien muy cercana aun a sus antecedentes plásticos, al que dentro de ellos incluyo también a su profesor, el pintor minimalista valenciano Rafael Calduch, (imagen del párrafo) y por lo tanto esto le imposibilita de alguna manera, la aparición de una obra que cuente en la actualidad con una "personalidad" propia en su lenguaje e iconografía; reclama sin embargo con su trabajo, el honorable papel del pintor de siempre, que a pesar de la presión que ejerce la huella tecnológica (refugio por otra parte de tanto fraude y engaño por parte de algunos) está convencido no solo de su contemporaneidad y vigencia si no además, de su clara posibilidad de poder abrirse paso con originalidad y distinción en el actual mundo del arte.

La muestra permanecerá abierta al público hasta el próximo 25 de febrero y podrá visitarse de lunes a viernes de 11.00 a 13.00 horas y de 17.30 a 21.00 horas. De más está decirles que la recomiendo muy efusivamente a todos, porque sin lugar a duda en esta exposición, la belleza reina entre sus paredes.

Hasta la próxima entrega.

Amaury Suárez

12 febrero 2011

Un mundo lleno de “tarecos” en la Sala San Miguel

Tareco (n.) definición:
Ajilimoje, ajilimójili, bártulos, batiburrillo, cabo, cachirulo, chirimbolo, chisme, cosas, cosas sueltas, cositas, ensalada, enseres, maritatas, mezcla, mezcolanza, ñaque, pingo, ropa, tanate, trasto, trebejos, vestimenta, zarandajas.

Estimados lectores:

Desde que por primera vez en 1917 Marcel Duchamp colocara un urinario en una exposición bajo el titulo “Fontaine” como elemento ilustrador de lo que el consideraba su percepción estética del no-arte, y no precisamente como una visión sensible e impulsora del arte nuevo; los museos, galerías y espacios estatales vinculados a las corrientes englobadas en la post vanguardia informalista y/o conceptual, erróneamente calificados como espacios de arte contemporáneo (como si lo contemporáneo solo fuera ese tipo de arte o lenguaje) no dejan de llenarse de “obras” ininteligibles, de dudoso valor estético, de inservibles y mugrientos objetos cotidianos, donde lo “nuevo” ha dejado de serlo (ya desde hace mucho tiempo) y donde se hace cada vez más necesario contar con grandes espacios de almacenaje para guardar tantos "tarecos" inútiles y anodinos, que no hacen otra cosa que “engordar” con el polvo que contienen; provocando la misma indiferencia, incomunicación e incluso rechazo, que la del famoso y blanquecino urinario de aquel connotado artista francés, solo que casi siempre, los “nuevos” intentos que siguen reclamando su parcela de “originalidad”, me recuerdan cada vez mas al original y por lo tanto, todos me siguen resultando más aburridos si cabe.

Esta fue precisamente la sensación que experimenté en parte, al visitar la exposición “Pailletes, Prothèses, Poubelles” (Lentejuelas, prótesis, basura) de Anita Molinero, Nina Childress y Emmanuelle Villard que se encuentra en estos momentos exhibiéndose en el Centro de Exposiciones San Miguel de la Fundación Caixa Castelló-Bancaixa en la calle Enmedio, 17; y que como no podía ser de otra forma (ya que este tipo de arte suele necesitarlo) viene acompañada hasta con un comisario, el señor Ramón Tió Bellido para explicárnosla, el cual nos “ilustra” en su presentación on-line, http://obrasocial.bancaja.es/cultura/exposiciones/exposicionesficha.aspx?ID=352 con un lenguaje que solo a él y tal vez a unos pocos más, le puede resultar de gran interés, no por lo atractivo y profundo de los conceptos que maneja, sino quizás por lo insulso, simple y ambiguo que resulta aquello que nos dice, ya que en su texto, no solo describe lo que todos vemos, sino que además trata de imponer lo que nadie percibe. Cuando estoy en presencia de casos como estos, siempre llega a mi memoria las palabras de David Hockney cuando dice “No es necesario creer en lo que dice un artista, sino en lo que hace”, creo que cuando tenemos la necesidad de explicar a los demás lo que uno hace, se me ocurre pensar en dos causas que lo provocan – seguro existen mas, pero solo diré dos - , la primera, porque la creación de la obra solo responde al interés y satisfacción del que la hizo, algo que a priori no estaría mal, si tenemos en cuenta que es bueno respetar la libertad individual del artista, para que este pueda hacer y decir lo que considere necesario, pero en defensa de esa misma libertad individual, no podemos romper el vinculo con aquellos que están llamados a disfrutar y valorar lo que hacemos, es decir el publico de arte, donde incluyo también a muchos especialistas del ramo, como críticos y pintores, ya que si no los tenemos en cuenta y/o los negamos, ¿Para qué vale la pena realmente esa libertad individual? con lo cual ¿Qué sentido tendría una exposición como esta que nadie entiende y pocos admiran? Algunos pensaran que este hermetismo en el discurso de las obras, también se encuentra presente en otros movimientos o tipos de artes, como por ejemplo el Abstraccionismo, pero sin embargo, la sutil diferencia que radica entre estos dos enfoques o maneras de crear, es que en el Arte Abstracto, sus resultados se estructuran a partir de los recursos plásticos inherentes a la propia pintura, con lo cual no resulta del todo hermético al menos para aquellos que entienden ese lenguaje, manejan los conceptos y saben utilizar los recursos que le son propios en su manera de expresarse.

Y la segunda causa, quizás más genérica y reflexiva que la anterior, pero en estrecha vinculación con esta, es que para que el arte resulte ser un factor de estimulo a la meditación y a la sensibilidad de las personas, (especialistas o no) es necesario que estas se reconozcan en él, porque si no algo falla, o está mal hecho y en esta exposición, por más neumáticos y partes de automóviles que se exhiban o azules contenedores de basura que cuelguen del techo, no creo que este recurso inspire siquiera a la comprensión sensible y empatía de mecánicos automotrices, o distinguidos trabajadores de la limpieza urbana.

Lo cierto es que a pesar de todo y como dato curioso, podemos contemplar un amplio derroche en la utilización de los soportes empleados en esta exposición tales como: neumáticos de coche y de maquinaria agrícola que cuelgan del techo de la sala, contenedores de plásticos para la basura urbana, medio derretidos como consecuencia de la acción del calor de un soplete, cajas de alambres de acero, plásticos multicolores, faros traseros de automóviles derretidos y ensamblados cual mosaico y muchos más cacharros que me hacen pensar más en una gran operación de orden y limpieza de un taller de mecánica, que en una sala de exposiciones donde se exhiben piezas de arte.

Y es que la gran paradoja de todo esto radica, en que muchos de los representantes o que representan a este tipo de arte, insisten en negar de manera reiterada, el valor de modernidad o contemporaneidad que pudieran tener los oficios tradicionales, clásicos o mal llamados académicos. Para muchos de estos defensores de la mega modernidad y la ultra vanguardia contemporánea, un pincel, un poco de pintura y un trozo de lienzo, resulta algo obsoleto, pasado de “moda” y casi sin sentido hoy en dia, pero sin embargo, en esta exposición de tanto “Arte Contemporáneo”, es precisamente el aspecto del soporte que se ha utilizado en la obra, lo que parece ser el elemento causal que provoca lo “original” o “único” del resultado, eso que sin embargo en otro momento (arcaico para algunos) de otro tipo de arte, no tendría mayor interés que aquel que respalda la durabilidad de lo técnico. Es curioso comprobar como esa exaltación de la llamada individualidad en el resultado, se vincula a este aspecto (el soporte) que siempre ha estado más vinculado al medio técnico y material que abarca el oficio, que a la finalidad de la propuesta conceptual del discurso.

Al final con esta moderna concepción de lo “contemporáneo”, hemos pasado de un arte, donde la comunicación de los discursos en mayor o en menor grado era entendida, o al menos compartida por todos, a un mundo de "tarecos" inservibles, mudos y caducos que esperamos, que como el polvo que las cubre, se pierdan en el olvido, con la más mínima brisa del equitativo y justiciero pasar del tiempo.

Hasta la próxima entrega

Amaury Suárez