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31 marzo 2011

"Placeres muy sosos"

Estimados lectores:

El pasado jueves 24 de marzo quedó inaugurada en el centro municipal de cultura de la calle Antonio Maura 4, la exposición titulada “Placeres” realizada por el equipo Coca, la cual permanecerá abierta al público hasta el próximo día 9 de abril.

De al menos “curiosa” podría calificar dicha exposición del grupo compuesto por Concha Daud y Carmen Miralles. La primera, Doctora en bellas artes por la universidad politécnica de Valencia y la segunda, pintora autodidacta y licenciada en psicología clínica por la UNED. Y digo esto, porque si bien la idea que esta exposición recoge, resulta muy singular en su propuesta, la manera de ejecutarla dista mucho de provocar en nosotros ese “placer” al que se hace referencia. Desconozco que tal serán ambas autoras en las artes culinarias, pero si cocinan como pintan, cualquier menú de hospital tendría mejor sabor que los platos que ellas pudieran hacer, y pocos serían los invitados de paladares exigentes, que se pudieran sentar a su mesa para degustarlos.

Quizás la clave de este “insípido” resultado pictórico está, en que (según se refleja en el catálogo de la muestra), ambas inciden de manera directa tanto en el proceso de creación de las obras, como en su ejecución; y esto casi nunca suele traer buenos resultados. Y no es porque piense que la ejecución de la obra deba ser asumida por la especialista del equipo, en este caso Concha Daud, ¡NO!, he visto en estos últimos 20 años en España, a muchos pésimos pintores (lo cual no quiere decir que sea el caso) que ostentaban el título de licenciado y doctor en arte, con una formación insuficiente tanto en el campo de lo teórico como en el de lo práctico, donde cualquier curso a distancia on-line, o bien por correspondencia, hubiera arrojado mejores resultados. Y por el contrario, he visto también a excelentes artistas autodidactas no solo con interesantes propuestas en sus discursos plásticos, si no además con una depuradísima técnica que los hacían merecedores del respeto y el reconocimiento tanto de críticos y especialistas, como del público de arte en general. La cuestión está, en que amparados en esa “originalidad” que tiene hoy en dia el ser “moderno”, cualquier experimento que se haga tanto en lo material (soportes, materia pictórica, aglutinantes, usos de instrumentos etc.) como en las ideas o incluso en los procesos de creación, aparece como condición sine qua non en el arte actual y esta exposición pienso que es un buen ejemplo de ello.

A diferencia de una pieza para piano, la cual puede ser tocada a cuatro manos, e incluso a seis por varios intérpretes, un cuadro, (y no hablo de una acción plástica) solo puede responder a su esencia de pieza única e irrepetible, cuando es ejecutada por un solo autor, solo así esta alcanza la seriedad, coherencia y rigor de los acabados y tratamientos, (y si inciden más de un autor) los roles de incidencia sobre la obra, deben estar bien delimitados, responsabilizándose cada “autor-ejecutor” de la parcela de acción que le corresponde, porque de no ser así, el resultado resulta pobre, inacabado, pueril e insuficiente y tratándose de esta exposición que nos quiere hablar del placer de degustar, “muy soso”.

Pienso que para lograr una buena correspondencia en término de placer, entre los sentidos del gusto y la vista (como según parece es la intención conceptual de esta exposición) el equipo Coca se debió exigir mayor amplitud y rigor en los recursos plásticos de las obras, mejor color, mejor dibujo, mejores acabados, mejores y más atrevidas composiciones, en fin, mejores cuadros. A estos no los veo siquiera colgados en las paredes de un restaurante, cumpliendo una simple función decorativa; quizás para una cafetería o chiringuito de playa, pero no en uno de esos que tenga la categoría de tres o más tenedores. Pues aún siendo representados en cada cuadro los más suculentos alimentos, los postres más dulces y las más deliciosas frutas, si estos no entran por los ojos, sería muy difícil convencer a alguien del placer que nos provocara su sabor. Quizás hubiera sido mejor hablar de “sensaciones” como título de la muestra y no de “placeres”, pues el espectro subjetivo de la experiencia sensorial es mayor y más amplio, ya que como bien se señala en el catálogo de la exposición (a mi entender contradictorio en intenciones) el placer es la ausencia de dolor o de cualquier tipo de tormento: el hambre, el hastío,… Yo prefiero definir el placer más como gusto, sensación agradable, con capacidad de apetecer, o como la plena satisfacción sin impedimento alguno.

Espero al menos que en esta ocasión, los placeres que nos propone el equipo Coca con su exposición, hayan estado presentes el día de su inauguración en la tarde del pasado 24 de marzo con el vino de degustación, pues ya que la exposición no provoca la sensación de placer deseada, al menos que se pueda hablar de lo bueno que estaba el vino. Ese néctar de dioses, que bebido con moderación, resulta ser un gran placer.

No quiero terminar este artículo de opinión, sin hacer antes una merecida mención al anónimo diseñador del catalogo de esta exposición, que ha sabido con arte y buen gusto sacar lo mejor de los cuadros; lástima que luego la realidad haya sido tan distinta y desilusionadora.

La muestra permanecerá abierta hasta el próximo día 9 de abril en horario de 10 a 14 y de 17 a 21 horas. Sábados y festivos cerrados.

Hasta la próxima entrega.

Amaury Suárez.

26 marzo 2011

“Recién pintados”. ¿Y pensados?

Estimados lectores:

Bajo el titulo “Recién Pintados” quedó inaugurada el pasado dia 24 de marzo, en el espacio expositivo del centro cultural Castalia Iuris de nuestra ciudad, situado en la Plaza Cardona Vives, 10 (sótano) la exposición del pintor castellonense Lorenzo Ramírez, (Borriol – 1952) la cual permanecerá abierta al publico hasta el próximo dia 6 de abril.

Después de un largo periodo de prueba y error, incursionando en iconografías de otros artistas, entre ellos Picasso, y que supongo le hayan servido de provecho a Lorenzo, al menos para saber que poco o nada tenían que ver con las características conceptuales, expresivas y de método con su pintura, éste vuelve a sus orígenes para ser lo que siempre ha sido, con cierta personalidad y resultado notorio, un pintor costumbrista; que en consecuencia se ve interesado por las tradiciones que caracterizan a las personas de esta región, entre las que destacan el amor por la pólvora y su correspondiente sinfonía del ruido, sus fiestas regionales llena de religiosidad y paganismo, la tauromaquia y demás actividades que hacen de Castellón todo un escenario que siempre vinculado a la tierra, se alza con identidad propia en esta España, cada vez más plural.

En esta ocasión (y pienso que de forma acertada) Lorenzo Ramírez nos habla a través de su obra del color y el temperamento vivaz de alguien que maneja la técnica y también algunos de sus recursos, con seguridad y oficio. Con trazo firme, a veces de gran esquematismo, muchos de sus lienzos, sobre todo aquellos que se alejan formalmente de la descripción sencilla y narrativa del objeto, adquieren una decorativa belleza, donde el tratamiento suelto de las pinceladas se alza envuelto en expresiva gestualidad de gran sugerencia en el discurso.


Al parecer, Lorenzo Ramírez en su andar continuo de búsqueda y experimentación, se va alejando poco a poco de aquellos años, donde el resultado de su pinturas (principalmente paisajes de amplios celajes) lo aproximaban de manera directa a ese expresionismo “Porcariano” de reminiscencia Impresionista. En la actualidad con esta exposición, el pintor transita hacia una liberación mayor de su paleta, logrando un resultado de gran colorido, de mayor sugerencia y libertad de lectura en el terreno de lo visual y también en el contenido que pretende transmitirnos. Con un lenguaje cercano a una iconografía Fauvista, Lorenzo se va alejando de aquellos “escenarios” agrisados, que poca o ninguna diferencia establecían con la fuente de referencia que emanaba de la obra del maestro Juan Bautista Porcar Ripollés (1889 -1974) y de la que Lorenzo bebía en cada cuadro suyo, prácticamente hasta “ahogarse” (espero que ya haya quedado saciada su sed).

Por otra parte la vuelta de Ramírez a la temática costumbrista, es algo que se agradece con optimismo y aliento esperanzador, pues dentro de esta línea, pocos y muy recurrentes, han sido los motivos que han intensado recrear a los pintores de la zona, que en su gran mayoría, y salvo rarísimas excepciones, siempre la han acometido de una manera simple, descriptiva y muy superficial, que a parte de no aportar nada nuevo, ni en el contenido, ni en la forma, actúan en detrimento de lograr una intención más elevada y culta de los valores de identidad.

Sería bueno que Lorenzo tomara buena nota de esto, pues existen aun algunos ejemplos dentro de esta exposición, que mejor hubiera sido no haber expuesto, precisamente por hacerse eco de esta cuestión. Él que ha sido un “estudioso” de la obra de Picasso, debiera saber que el genio malagueño dijo “Yo no pinto lo que veo, pinto lo que siento y todo lo que puede ser imaginado es real” y es que el concepto de realidad no debe entenderse en arte, en hacer las cosas reales sino la realidad de las cosas, es por eso que la ermita de la Magdalena recreada por los ojos de un pintor, debiera ser algo más que la descripción simple y superficial de una modesta construcción blanca ubicada en las alturas de una montaña, donde acudimos en multitudinaria romería cuando son las fiestas de la Magdalena; como mucho más también debiera ser, la basílica de la virgen de Lidón, patrona absoluta de esta región, así como los demás aspectos y elementos que distinguen tanto a esta zona, como a la idiosincrasia del castellonense.

A pesar de esta reflexión, pienso que la muestra que ahora nos ofrece Lorenzo Ramírez en el centro cultural Castalia Iuris, y que permanecerá abierta al publico hasta el próximo dia 6 de abril, posee no solo una loable calidad y belleza, si no una gran coherencia con el momento que vive nuestra ciudad en estos días de su fiesta grande de la Magdalena, donde se rememora que desde el año 1251 los pobladores de esta zona establecieron su asentamiento definitivo y prospero, en el plano fértil de Castellón, buscando además una aproximación y salida al mar Mediterráneo. Es por ello que los invito a todos a que asistan a verla, pues seguro estoy que podrán disfrutarla.

Hasta la próxima entrega.

Amaury Suárez

18 marzo 2011

La niñez de los abuelos.

Estimados lectores.

El pasado 10 de marzo se inauguró en la sala Bancaja Hucha de la calle Enmedio 82 de nuestra ciudad, la exposición titulada “Joguets”. “Memòria d´una infantesa”, que nos muestra la colección de fotografías y juguetes antiguos de Dña. Marisol Montesinos y que estará expuesta al público hasta el próximo 30 de abril.

Son muchas las sensaciones que experimentamos al contemplar esta exposición, la primera de todas quizás, una gran ternura por aquellos pequeños protagonistas de la niñez de entonces (los abuelos de hoy) que serios y orgullosos nos posan ante la cámara fotográfica con su juguete favorito. Imágenes de fotografías con técnicas de antaño, como la iluminación a mano con colores de irrealidad, los virados a sepias; y todas ellas amarillentas por el pasar del tiempo, fundidas dentro de esa nostalgia que aunque no vivida, nos remonta a un sano pasado de imaginación, candidez y hermosos valores de participación, convivencia y generosidad entre los amigos de juegos, que por el contrario, hoy nos resultan tan ausentes y prácticamente olvidados; sustituidos por esos sedentarios artefactos electrónicos de nombre anglosajón, fabricados muy probablemente en el lejano oriente, no en el de los reyes magos, si no en aquel donde un hombre está dispuesto a trabajar por un pozuelo de arroz hervido al día, dando gracias y venerando a un líder, que una vez habló del significado de ser “rojo”, pero como en las fotos de esta exposición, hoy palidece en un rosado capitalista al que todos temen y otros admiran. Actuales juguetes que mucho fomentan la soledad, la violencia y el egoísmo que lentamente convierte en victimas a nuestros hijos y nietos.

Lejos quedan hoy aquellos juegos donde las calles y la siempre renovada naturaleza, constituían los escenarios predilectos de los juegos de aquellos niños, donde la chispeante imaginación buscaba cobijo en los modestos y a veces cotidianos recursos materiales que conformaban el lúdico objeto; un trozo de madera, un pedazo de cartón, una plancha de latón pintado, y a veces desnudo, el cotidiano cordel de esparto o la elástica goma de caucho para unir las piezas, o aquel resistente aro de hierro de chirrear característico, que servia para construir aquel juguete favorito de todos, el más deseado, el más moderno, aquel que más era compartido entre los inseparables amigos. Subiendo y bajando las cuestas de la calle donde vivía el abuelo y también el padre de éste, que callado y sonriente vigilaba la divertida escena de jolgorio y chiquilladas, sentado en aquella robusta silla de enea, que solía inclinar sobre la pared de la fachada de aquella modesta casa.

Esta es sin duda una hermosa exposición para el recuerdo y la admiración de aquellos niños (hoy nuestros abuelos) que una vez pensaron en crecer y crecieron; haciéndose hombres y mujeres, abandonando a Peter Pan y la compañía de aquellos hermosos juguetes, sus juguetes; pero nunca la felicidad y el recuerdo que estos les provocaron en su infancia. Y ahora con el rostro agrietado por la experiencia de los años, con ojos cubiertos de nube, sonríen ilusionados con volver a jugar con sus viejos juguetes, y también con los amigos de antaño, aunque ya no estén todos los que fueron.

Hasta la próxima entrega.

Amaury Suárez

13 marzo 2011

"Comba10. Mejor menos con mas"

Estimados lectores:

Con motivo de la celebración del dia internacional de la mujer trabajadora, el pasado 8 de marzo fue inaugurada al publico en la Sala Bancaja Abadía de Castellón, situada en Plaza de la Hierba s/n, la exposición titulada “¿Qué pintan las mujeres?”. Una muestra protagonizada por el singular grupo Comba 10, integrado en su totalidad por mujeres dedicadas a la creación en las artes plásticas, y que en esta ocasión rinden merecido homenaje a aquellas pintoras que recoge la historia del Arte.

Con un claro interés de reivindicación del papel femenino en el terreno del arte, el grupo Comba 10 integrado por Rosana Asensio, Mª Carmen López Olivares, Sara Lloret, Mª Carmen Aldás, Pilar Edo, María Griñó, Agustina Ortega, Eloisa Aldás, Tere Colomé y María Olmeda, nos presenta un amplio y variado abanico de diversas iconografías de artistas femeninas, que han estado presente en la historia del arte desde los tiempos del Alto Renacimiento Italiano, hasta la época actual y que en esta muestra, conviven en esa intención de recreación “dual” entre la obra de la pintora homenajeada y la interpretación de la que le rinde el tributo. En la exposición cada pieza (cuadros, instalación y fotografía) está acompañado de un panel donde se reseñan los datos biográficos de la artista homenajeada, así como algunos aspectos de interés de su carrera artística y personal, lo cual aporta y refuerza el carácter didáctico e instructivo de la muestra y le agrega un plus en su valor comunicativo con el público. Fundiéndose en un resultado único, donde el recurso de apropiación (al menos en la idea del discurso) se hace presente y donde en algunos casos, el resultado le confiere a la obra un gran interés plástico, tanto en su concepto, como en la factura del trabajo, (aunque siempre con algunas excepciones). Quizás resulte oportuna la ocasión para que el grupo se replantee el concepto de unidad, más que por cuestiones superficiales de afinidad de caracteres o de sexo, por apostar por la calidad y seriedad con que cada integrante acomete su obra y los proyectos, porque de esa forma, será lo único que contribuya a una mayor profesionalidad, interés y valor del grupo. No estaría mal restarle al “10” del grupo Comba dos o tres dígitos, para así ofrecer más, con menos, (pero esto es solo una sugerencia).

Aun cuando podríamos alabar de esta exposición su puesta en escena, e incluso su noble intención en reivindicar el valioso papel que ha desempeñado durante tanto tiempo la mujer en diferentes actividades de la vida, esta exposición es un buen ejemplo que nos demuestra, que de buenas intenciones está empedrado el camino del infierno. Y por otra parte, desde el punto de vista del arte esto no puede ser suficiente, por ser éste el escenario indiscutible donde gracias a la armonía entre contenido y forma, se pueden sublimar las ideas. Pero en esta exposición existen claros ejemplos (a los que voy a referirme a continuación) que nos demuestran, que aunque muy válidos en sus propósitos e intenciones, dejan mucho que desear en su manera de ejecutarse, lo cual actúa en detrimento de la calidad general del conjunto en esta exposición en particular y del grupo en general.

La exposición de izquierda a derecha…

De sencilla y muy esquemática podría considerarse la visión que nos presenta Rosana Asensio de la obra de Lavinia Fontana, donde apreciamos un peligroso acercamiento a un resultado que acaricia lo simple y caricaturesco en la forma, haciendo flaco favor a la depurada técnica de la artista boloñesa. Quizás fueron las prisas las causantes de este resultado o simplemente, el poco interés por profundizar más en el tema, no lo se, pero está claro que en esta ocasión, Rosana no ha estado a la altura de tan exquisita pintora italiana que ya desde la cuna acariciaba el rigor del oficio con el ejemplo de su padre, el gran pintor Prospero Fontana.

Mª Carmen López Olivares se atreve con la obra de Artemisia Gentileschi y Sofonisba Anguissola en un hermoso díptico de intención surrealista, donde la composición se fragmenta y el color se hace protagonista. Su resultado es muy hermoso y de gran calidad, no se puede negar que se siente muy cómoda incursionando en esas barrocas atmósferas donde la luces y las sombras dotan al resultado de una exquisita belleza.

Mª Carmen Aldás con la obra de Mary Cassatt realiza una visión un tanto infantil, tanto por el elemental uso del color, como por la simpleza del dibujo que emplea, transformando la belleza de la obra original, (basada más que en el motivo que trata, en el dominio y la fuerza del color) en una visión más simple, “bonita” y muy decorativa.

Con paso seguro y ajustado a un lenguaje que le caracteriza, Maria Griñó nos recrea una obra de Suzanne Valadon. Griñó no arriesga en soluciones y experimentos que no le son afines, prefiere aportar su manera y forma de concebir la pintura y eso se agradece, porque a pesar de que podamos recordar la obra de Suzanne Valadon, estaremos en presencia de un cuadro de Maria Griñó.

Sara Lloret en su trabajo inspirado en el de Tamara Lempicka, nos habla del color, del amplio recurso textural que conoce, de la habilidad que expresa en convertir el motivo de referencia, en un resultado más propio y personal, dotándolo de una buena calidad y una amplitud de los recursos plásticos utilizados. Aunque inspirado en Lempicka, Sara Lloret nos muestra una obra propia, con personalidad, rigor y gran belleza que la coloca entre mis favoritas.

No tiene tanta suerte en el resultado Agustina Ortega, con su trabajo inspirado en la pintora mexicana Frida Khalo, del que solo existe una alusión simplista y superficial del tema, a parte de un mal uso del recurso del collage, que mas que encolamiento o adherencia, es un "pegote". Su trabajo es descuidado, tosco y de pobre factura, pero sobre todo está, lo maniqueo y elemental en su discurso (para Frida el escudo mexicano, para Agustina el de Castellón) como si todo el angustioso mundo surrealista de la mexicana se redujera sencillamente a un símbolo patrio, y si con esto no hubiera suficiente “paja” en el cuadro, lo llenamos de frases e ideas, que de tanto repetirse se han convertido en topicazos de los que todos hemos oído hablar, pero que nadie sabe muy bien lo que significan, y si no, atenednos a lo que a la vista está. Para terminar solo decir a modo de piropo, que Ortega no salió muy favorecida en su autorretrato, no se si por modestia, o por falta de conocimiento en el dibujo.

Por otra parte Pilar Edo nos invita desde su obra, inspirada en la de la pintora Hispano-mexicana Remedios Varo, a disfrutar de los amplios recursos de la estampación, el collage y el accidente, logrando un resultado muy rico en los recursos plásticos, que trasciende el carácter ilustrador característico de la obra de Varo, para convertirlo en un resultado más plástico y experimental. Bajo una iconografía de inquietante “surrealidad” nos permite ver su capacidad de aportación personal sobre el motivo de referencia.

Tere Colomer nos presenta un trabajo inspirado en la obra de la artista Neoyorkina Susan Rothenberg de indiscutible valor plástico, lo textural ya forma parte de su sello y es algo que la pintora local ha ido madurando desde hace tiempo, pero en esta ocasión creo que no existe una correspondencia con la pintora de referencia, no solo sus iconografías son diferentes, sino el discurso que profesan en sus obras. La composición de Colomer basada en la hegemonía de los cortes sobre el lienzo, la vincula más al espacialismo de Lucio Fontana, que a Rothenberg. Lo contemporáneo aunque a veces confuso e impenetrable, también tiene sus propias reglas y personalidades y exige de nosotros mayor cultura e información para poder conocerlo y respetarlo.

En esta ocasión no considero nada acertada la pieza de Maria Olmeda, pues reducir la indiscutible, “autoflagelante” y profunda riqueza conceptual que encontramos en la obra de Gina Pane, a la instalación que nos propone, es poco menos que un insulto a la inteligencia, más propia de una decoración para escaparate de productos baratos, con jarrón y flores rojas marchitándose y cuchillas de afeitar desparramadas por el suelo, denota muy poco respeto por el arte y más que un homenaje a tan destacada artista, bien podría considerarse como una ofensa,. Sin duda un claro ejemplo de la manera superficial de ver y entender el arte contemporáneo que tienen algunos, cuando en realidad éste (el arte contemporáneo) está condicionado por la compleja erudición de sus planteamientos, viéndose obligado a veces, a ahogarse en el hermetismo de su propio discurso, pero de eso, a ser recreado en tamaña superficialidad. Claro que no tiene Olmeda porque preocuparse, no creo que Gina Pane conociera de esta exposición y sobre todo, (razón mayor de peso) que el arte nota su ausencia desde el año 1990.

Para finalizar la fotografía de Eloisa Aldás vinculada a la obra de la Dorothea Lange, me parece en su propuesta, no solo dolorosamente “hermosa”, si no muy en correspondencia conceptual con las intenciones de crónica documental que imprimía la norteamericana a las suyas. Como buena “discípula”, Eloisa Aldás pretende mostrarnos la senda de sus intenciones con este ejemplo que testimonia la cruda realidad, de contenida crónica desgarradora.

Les recomiendo a todos ustedes que asistan a ver esta variada muestra del grupo Comba10. La exposición permanecerá abierta hasta el próximo 3 de abril.

Hasta la próxima entrega

Amaury Suárez

02 marzo 2011

Melchor Zapata, un maestro de la expresión, "con mucho rojo".

Estimados lectores:

Pienso que en esta ocasión, el contenido de este artículo será uno de esos donde lo controversial se hará presente, dificultando el consenso de opiniones entre aquellos que leen este blog con asiduidad, pues les hablaré de la obra de un artista que para algunos es todo un maestro, mientras que para otros, es alguien que aun siendo un estimable trabajador, su obra no alcanza un nivel de excepción en lo artístico, además de evidenciar algunas cuestiones carenciales en su manera de ejecutar la técnica, pero que sin embargo, éste ha sabido hábilmente aprovechar la “suerte” y los buenos contactos, hasta llegar a obtener con sus trabajos, una relevante popularidad en nuestra ciudad en los últimos años.

Desde que abrí este blog, en junio del 2009, siempre he tratado de ser fiel y sobre todo coherente con mi manera de entender el arte, afortunadamente, muchos han sido los artículos que han gozado del beneplácito de ustedes, destacando sobre todas las cosas, la forma clara y directa de valorar las obras, (que no a sus autores) así como mi posicionamiento critico, hacia algunos aspectos relacionados con la gestión que se lleva a cabo en la política cultural de nuestra ciudad, algo que por otra parte, no era posible ver en la critica especializada de Castellón hasta la aparición de este blog y que a pesar del tiempo transcurrido, sigue siendo aun inexistente, es por ello, que a riesgo de no gustar y hacer más enconada la relación con mis detractores, que también los tengo, pero a los que no les otorgo mayor importancia, pues a fin de cuenta se trata solo de mi opinión, y el que no quiera saberla, con no leerme tiene suficiente, hoy vengo a hablarles de la obra del Sr. Melchor Zapata (Alcolea del Río, Sevilla – 1946) que se exhibe en el salón principal del Centro Cultural Provincial “Las Aulas”.

Muchas veces he leído en algunas entrevistas que le han hecho a este artista, que él se siente más pintor que escultor. Es obvio que no podemos medir los sentimientos con objetividad y exactitud; por esa razón, uno puede sentirse tanto pintor, como escultor, músico, genio y hasta cosmonauta si lo desea, y nadie podría argumentar con objetividad dentro de ese subjetivo campo de los sentimientos si eso es así o no, aunque por otra parte, sí podemos valorar con cierta exactitud y corrección, los resultados que alcanzamos en el trabajo que hacemos, y en este sentido tengo que decir, que en ambas disciplinas artísticas, (escultura y pintura) los resultados del Sr. Zapata, no se encuentran en correspondencia con lo que se puede esperar, de alguien a quien se le considera un maestro, pues sin duda reflejan ciertos aspectos carenciales, no solo en el discurso plástico (que últimamente entre el Tombatossals", "el Arrancapins" y el “bufanúvols” lo mitológico le garantiza el pan) si no además, en la forma de acometerlo.

Escudado en el escenario icnográfico del expresionismo, han sido muchos los “artistas” (entre ellos pienso que también el Sr. Zapata) que han encontrado un marco idóneo para ocultar sus limitaciones técnicas y de oficio, y así tratar de vincularlas a una intención “conceptual” que paradójicamente dista mucho de la propuesta enunciada por la lejana vanguardia germana. Los expresionistas se antepusieron a los cánones estéticos academicistas de su época, distorsionando, estilizando y desdibujando la forma, en aras de encontrar un sentimiento que la respaldara, un discurso intimista y conmovedor, que buscaba la reflexión del publico sobre una realidad cada vez más cruel y deshumanizada, pero es obvio que nunca por una clara expresión de incapacidad técnica, o dicho de otro modo, el artista expresionista busca en el color un medio para transmitir su expresivo mensaje, y desdibuja desde el conocimiento de la forma, porque antepone el exceso de contenido de su discurso, a una representación fidedigna del objeto, pero nunca por defecto de lo técnico. Esto mismo ocurre con el autentico pintor abstracto, que gracias a su claro dominio compositivo y técnico, prefiere comunicarse (preferiblemente con un publico más especializado) mediante el singular lenguaje de la pintura y no como piensa el neófito aficionado, que es por su incapacidad a realizar las cosas “bien hechas”, considerándolo siempre de forma equivocada, como una expresión o manera fácil de hacer las cosas, quizás esta sea una de las razones por la cual, abundan en algunos círculos de “artistas” y jóvenes “promesas” tantos pintores caóticos y aberrantes que se auto denominan como “abstractos”, argumentando en su errónea manera de hacer, la clave de ser “moderno” pero que en realidad, lo que encontramos realmente son malos pintores, imitadores de los caminos y recursos ya trillados por otros, bebiendo de las superficies de las cosas, y ahogándose en la mediocridad que propicia el snobismo de esta época.

Pero volvamos al Sr., Zapata y su particular “expresionismo”.

Otro elemento o recurso de exaltación del discurso, que utilizó el movimiento expresionista a principio del pasado siglo XX fue el uso del color, tanto en un sentido amable y casi decorativo como el que se hacía en Francia, bajo el nombre de Fauvismo o el agrisado, opaco y melancólico que protagonizaron los artistas alemanes. Pero en cualquier caso el uso y manejo del color en manos de ambos grupos, (franceses y alemanes) denotaban un amplio dominio del cromatismo en la obra y no una elemental concepción de primarios (principalmente del uso abusivo del color rojo) como apreciamos en los cuadros de Zapata que a la vista está, o que mucho le gusta ese color, o que aprovechó en su día una buena oferta y compró un gran lote que le dura hasta hoy.

Otro recurso también mencionado por algunos críticos de Castellón, en los artículos referidos a este pintor y que también apreciamos en los cuadros de esta exposición, es el del uso de su pincelada, que según ellos (los críticos) la califican de gran soltura y fuerza expresiva, no se puede negar que una valoración de este tipo encierra un noble acto de bondad, pero también de gran irresponsabilidad e ignorancia. Teniendo en cuenta que en una pintura figurativa (como es el caso) una pincelada suelta, es aquella que no puede alejarse nunca en exactitud y correspondencia con la forma del objeto que se desea representar, y que en la medida que el pintor sea lo suficientemente hábil y resuelva con pocos recursos de pinceladas ese objeto, (sea cual sea éste) estaremos en presencia de un resultado suelto, enérgico, virtuoso y con mayor fuerza expresiva, un buen ejemplo de ello, es cuando Oskar Kokoschka (segunda imagen del párrafo) es capaz de construir una figura humana con pocas pinceladas, sin alterar la esencia misma del objeto y mostrándonos de él, su representación más clara y directa, e incluso su carácter psicológico, entonces estamos hablando de soltura, de fuerza y de virtuosismo en ese tratamiento. Cuando vemos en el gesto de un pintor, una clara acción de construir (incluso la destrucción) entonces estaremos hablando de soltura, fuerza y virtuosismo de la pincelada. En esta ocasión la pincelada del maestro Zapata me resulta imprecisa, descuidada y tosca, donde lejos de construir, caricaturiza y destruye con el color; donde más que pintar garabatea sobre el lienzo, logrando un resultado más propio de un mal ejemplo de bad painting (pintura mala) donde encontramos a muy buenos pintores como: Jean-Michel Basquiat, André Búster o Julian Schnabel este último, con sus originales collage hechos con platos rotos, (tercera imagen del párrafo) que sin duda tiene más gracia y talento que los cuadros de esta exposición.

Para concluir quiero decir, que visto lo visto, quizás sea más aconsejable para todos, (políticos, críticos y autores) bajar de las alturas y colocar a cada cual, en el lugar y en el sitio que le corresponde, de ese modo, se realizaría un saludable y claro ejercicio de humildad, coherencia y objetividad en nuestras valoraciones. Porque si nos acostumbramos a llamar genios, maestros y encumbrar a aquellos que como el Sr. Zapata (aunque no es el único) presentan tales carencias en su obra, y además se lo creen, (que no digo que éste se lo crea) entonces pocos adjetivos nos quedarían para valorar y resaltar la obra de aquellos, que con una firma más pequeña, pero con mucha más calidad en su trabajo, sí son merecedores de considerarse como tal, así no caeríamos en tan lamentable y grave injusticia hacia aquellos que lo merecen, y por otra parte, no se pondría en evidencia la patética y encumbrada ignorancia de quien lo dice y también de quien se lo cree y lo acepta.

A pesar de lo dicho, recomiendo a todos ustedes que visiten la exposición de este pintor, que permanecerá abierta hasta el próximo día 19 de marzo. Porque visitar una sala de arte siempre es constructivo aun siendo para comprobar que está bien o mal hecho, que nos gusta o no, y en el caso de aquel público afín a la especialidad, para saber lo que podemos o no debemos hacer. Sin duda una gran responsabilidad para el que expone, lastima que algunos “artistas” esto no lo tengan en cuenta con más frecuencia, pues de ese modo, no harían tanto daño al arte y a la cultura.

Hasta la próxima entrega.

Amaury Suárez