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24 julio 2011

¡¡¡Hasta Septiembre!!!

Para aquellos que vieren, leyeren y entendieren


Estimados lectores:

Como todos ustedes conocen en este mes de agosto, que ya casi empieza, quedará interrumpida la temporada de exposiciones en Castellón, permaneciendo inactiva hasta el próximo mes de septiembre. Pienso que en esta etapa que culmina, hemos visitado muestras de todo tipo, buenas, regulares y también malas, con lo cual al menos en el aspecto de la variedad, ésta ha quedado garantizada; lastima que no podamos decir lo mismo en cuanto a la calidad, aunque siempre abrigo la esperanza de que el nivel suba en la próxima, en fin, ¿Qué quieren que le haga? uno es así de optimista.

Por lo demás, solo me resta desearles a todos que tengan unas muy buenas y felices vacaciones y agradecerles con especial énfasis, el apoyo recibido tanto de manera directa, aportando sus siempre valiosas opiniones en el blog, como aquellas más discretas, que me envían a mi correo privado, algo que me estimula y mucho, a seguir dejando por escrito mis valoraciones y puntos de vista de una forma especializada, clara y directa (a veces también contundente) pero siempre honesta y responsable sobre el papel formador, educativo y sensible que entiendo debe asumir el arte y los artistas en su estrecho vinculo con el público. Prometo volver en septiembre con energías renovadas, para así seguir haciendo la crítica en la que verdaderamente creo, que no es otra, que aquella que siempre persigue elevar el papel del arte, como útil herramienta de comunicación con el público; sin lisonjas ni falsos halagos, que solo hace enturbiar su sentido constructivo y además alimentan el ego de mediocres e incompetentes.

Un cordial saludo a todos y ya saben que hasta septiembre, estaré cerrado por vacaciones.

Amaury Suárez

14 julio 2011

Moreira y sus diálogos enfrentados.

Estimados lectores.

Quizás nuestra ciudad sea de esas que están condenadas a sufrir la injusta proporcionalidad, de que por cada buena exposición que veamos, nos toca padecer un mínimo de 3 que no necesariamente están a la altura deseada, algo que se puede comprobar visitando la que en estos momentos se exhibe en el centro cultural provincial “Las Aulas” del polifacético artista Alberto Moreira, la cual permanecerá abierta durante todo este mes de julio, y que lleva por titulo “Diálogos Surrealistas”.

Ayer estuve por la tarde visitándola y después de verla me pregunto… ¿¡Qué culpa tiene el surrealismo para merecer esto!? No se si el titulo responde a una vulgarización del lenguaje para definir situaciones y/o actos inconexos, o sencillamente a un desconocimiento de las características de intenciones y propuesta de dicha vanguardia, pero lamento mucho que al surrealismo (como vanguardia) se le utilice con tanta ligereza, para justificar un resultado plástico que aun llenos de buenas intenciones, se presenta con tantas carencias tanto formales, como de discurso. Y como si esto no fuera suficiente para alimentar mi confusión, leemos en las palabras del catálogo, que firma un o una tal J. Ferrara, que la pintura de Alberto Moreira… “destaca por un primitivismo propio de las vanguardias más actuales”… ¡Pero como se le puede decir esto al público y luego poder irse a dormir tranquilamente! Confundir primitivismo (que no representa ninguna vanguardia reciente, ya que su origen data de finales del siglo XIX) con lo que a todas luces podría estar más cerca a un mal ejemplo de aquel movimiento neoexpresionista surgido en los años 70´ (por lo que de “actual” poco) llamado “bad paintig” solo puede ocurrírsele a alguien, que es amigo o familiar del pintor que expone (y ya sabemos que tanto unos como otros, mienten a menudo en estas cuestiones) o porque el que escribe es ciego, y en este caso mejor que se dedique a la venta de billetes de lotería (ya que no solo es más coherente, sino además muy rentable) o porque sencillamente no sabe nada o muy poco sobre historia del arte, y en este hipotético y ultimo caso, siempre es mejor callarse para no confundir al personal, que sofocado por este agotador calor del verano, decide ir a ver las exposiciones a las galerías de nuestra ciudad. Sea cual sea la causa que provocara este comentario, de lo que no hay duda es que esta viene revestida de una clara irresponsabilidad, máxime, si quien la expresa permite además la publicación de sus palabras en el catalogo de la muestra. Pero dejemos a un lado a este supuesto amigo o familiar invidente y “erudito” crítico del catálogo y volvamos a las pinturas de Moreira.

De muy limitada y caricaturesca podríamos calificar esta exposición de Alberto Moreira, donde la escasez de los recursos plásticos empleados, así como el uso del color, arrojan un resultado simple y muy aficionado. Por otra parte, la figuración y los tratamientos empleados por Moreira, propios de este lenguaje neoexpresionista (bad painting) no llegan del todo a ser coherentes con las intenciones reivindicativa de este movimiento, que tanto tenia que ver con la subcultura, las ideologías marginales y el rechazo hacia el “buen gusto” o lo “bien hecho”, quedándose en un resultado de “quiero y no puedo” que no se corresponde con lo auténticamente “descuidado” y rompedor de este movimiento al que le vinculo. Sus cuadros se mueven en una limitada gama de calidos con gran predominio del rojo (sin apenas matices) del blanco y de los tostados oscuros (casi negros) que se fragmentan toscamente, en un uso torpe de la espátula y el pincel, pero que a la vez, me transmiten una cierta racionalidad por el cuidado compositivo y orden del color. Sus composiciones son de gran literalidad ya que no sugieren, sino describen las escenas, que como ilustración de un “storyboard” (guión gráfico) aluden en todo momento al personaje cinematográfico de “Charlot” (memorable creación del gran Charles Chaplin en sus películas) que Alberto Moreira utiliza como hilo conductor de las escenas.

No se que motiva a Moreira a utilizar este cinematográfico personaje en sus obras, no se si quiere hablarnos de humor, de ironía, de la tragicomedia de la vida, de la realidad ilusoria y falsa en la que hoy vivimos, o sencillamente le gusta pintar a ese entrañable hombrecillo con sombrero hongo y pequeño bigote negro que tanta celebridad mundial alcanzó, allá por los primeros años del pasado siglo XX con el cine mudo. En cualquier caso, tanto el resultado técnico, como también de discurso, adolecen de una intención más elevada y culta en el concepto general de la obra. La trascendencia comunicativa que debiera estar presente en su obra, resulta sencillamente pobre, insustancial y mediocre, algo que la ridiculiza y la menosprecia. Quizás sería bueno decirle a este pintor, que tanto si se quiere hacer una obra neoexpresionista, como una primitivista o incluso una surrealista, es de vital importancia tener en cuenta su aspecto conceptual o de discurso, para no caer en clichés o estereotipos que solo hace evidenciar el carácter aficionado tanto de la obra, como de su autor. Desde el poeta francés Guillaume Apollinaire, pasando por Rene Magritte, Paul Delvaux, Giorgio de Chirico y hasta el egocéntrico y siempre artista Salvador Dalí, todos fueron creadores (en este caso surrealistas) muy ocupados y preocupados, por la claridad y trascendencia comunicativa de los discursos de sus obras. Y en este sentido, es bueno que lo tenga siempre muy presente, el amigo Alberto Moreira. En pintura (como en otras disciplinas del arte) cada forma debe ir respaldada coherentemente por un contenido y viceversa, porque de no cumplirse esta máxima, solo haríamos artesanía, o aburridos panfletos con pretensiones artísticas.

Para ilustrar con un ejemplo que viene muy a tono con este pintor. Esto sería igual, como cuando un músico de cavaquinho, (la verdadera profesión de nuestro amigo Moreira) pretende “tocar” sin amplios recursos técnicos e interpretativos, los pinceles de pintor con la misma destreza que un experimentado guitarrista. La “obra” resultante puede ser cubista, futurista y hasta surrealista si queremos, sí, pero con una gran desafinación o disonancia; en esta ocasión, para nuestros ojos.

En cualquier caso y a pesar de mi opinión, ya saben que suelo invitar a todos ustedes a visitar todas las exposiciones de las que hablo en este blog, y en esta ocasión no será diferente. Creo firmemente que siempre podemos aprender algo, aun de aquellas que como ejemplos de esa injusta proporcionalidad de la que les hablaba al principio de este artículo, no nos satisfacen mucho.

Hasta la próxima entrega.

Amaury Suárez

06 julio 2011

Las “Tientaciones” de Olmeda.

Estimados lectores.

Durante todo este mes de julio estará expuesta al público la exposición titulada “Tientaciones. Un mar de refrescantes momentos” de la pintora madrileña afincada en Castellón, María Olmeda Vázquez, la cual quedó inaugurada el pasado 30 de junio en el Centro municipal de cultura de la calle Antonio Maura 4 de nuestra ciudad.

Antes de hablar de esta exposición, debo decir que María Olmeda Vázquez, es una incansable y muy entusiasta creadora con una larga trayectoria de participación en diversos proyectos culturales y artísticos, así como en diferentes actividades tanto de manera individual, como colectiva. Una creadora a la que por primera vez hago una valoración de su trabajo de manera exclusiva, pero que he seguido desde hace algún tiempo, algo que me permite hoy, poder hacer una valoración de su trabajo, con cierta “objetividad” y notable perspectiva.

Dicho esto, les hablaré ahora de las “Tientaciones” de Olmeda

Al margen de esa forma “ocurrente” y un tanto cantinflesca de usar una palabreja para dar titulo a una exposición, como si eso tuviese alguna importancia en relación con la calidad de la propuesta, tanto en su aspecto formal, como en las intenciones de discurso que se persigue con la exposición, y que por mis dudas, no voy a entrar a valorar, ya que casi siempre la complejidad conceptual de una obra de arte, es un aspecto de apreciación, que a parte de ser muy sugestivo, puede resultar interesante, novedoso, trascendental o todo lo contrario, gracias a esa responsabilidad compartida entre el emisor (autor) y el receptor (público) donde se depende en gran medida del nivel intelectual que tengan ambos. Es por eso que una misma obra, por ejemplo de Velázquez, puede ser para algunos, toda una intención de discurso intelectual y propuesta revolucionaria, y para otros con menos capacidad de análisis, un cuadro donde solo sorprende la fidelidad con la que el maestro ha realizado un ropaje, o determinado objeto dentro de la representación de una escena.

Teniendo en consideración esta realidad, en este caso solo me voy a referir a las palabras de su autora, que con lenguaje y concepto taurino, nos describe en el catálogo de la muestra; refiriéndose a su tentadora intención de convertirse en un “maletilla”, es decir, en una persona que aspira a abrirse camino en el mundo del toreo por sus propios recursos, y que ella en una poética semejanza en sus palabras, lo vincula a su aspiración en el mundo del arte. Lástima que María Olmeda no tenga en cuenta que para esa paralela comparación de intenciones, tanto en un caso, (mundo del toro) como en el otro (mundo del arte) es imprescindible poseer amplios recursos intelectuales y técnicos que en ella (al menos en los técnicos) son aun bastante limitados y escasos para alcanzar tan alta aspiración. Es por eso que será mejor antes de tirarse al ruedo, sin capote, muleta y espada, observar desde la barrera para aprender de la faena que esté haciendo el, o los maestros de turno.

La exposición que nos ocupa, resulta simple y pobre en su iconografía, los recursos plásticos empleados en las telas, se limitan a un sencillo divertimento de lo abstracto, basados en una gestualidad simplista del tratamiento y del uso de las manchas de colores, así como de la relación cromática usada entre ellas, eso si, con un claro sentido decorativo que suele engañar con relativa facilidad al ojo poco exigente del público neófito, que a priori, podría definirla de muy “bonita”.

Como en otras ocasiones, María Olmeda pretende refugiarse en una propuesta que alude a los conceptos y recursos de “modernidad”. Aun recuerdo aquella instalación en la Sala Bancaja Abadía del pasado marzo, en la exposición colectiva con el grupo Comba 10 (de la que hice mención en este blog) donde para recrear la personalidad y la obra de la pintora francesa Gina Pane solo “encontró” cuchillas de afeitar y un jarrón con flores; con tal miopía de análisis, es como si solo pudiéramos reducir la gran importancia y aportación de Pablo Picasso al “Guernica” o la de Goya, a su famoso cuadro de la Maja desnuda. Y es que en esta exposición una vez más, María Olmeda recrea solo lo superficial y caricaturesco de lo moderno. Sin duda y recreando de sus palabras, sería una “maletilla” de muy pocos recursos, viéndose obligada a realizar muchas “faenas” antes de coger la preciada alternativa.

Es curioso como para esta pintora, en su concepto de “modernidad”, todo puede ser aprovechable, la estampación de una cibernética firma en sus cuadros, unas fotografías a color tratadas por ordenador, donde ella aparece en distintos lugares como principal protagonista de las escenas, incluso el aprovechamiento de los textos pegados a la pared, de la exposición anterior a la suya. Para ella todo vale en su limitado concepto de “lo moderno” provocando un inconexo collage donde cada uno de los elementos actúan como unos auténticos “pegotes”.

Es una lástima que ante esas irreprimidas “Tientaciones” de sentirse (que no de ser) una artista moderna, no haga mejor un humilde e introspectivo ejercicio de investigación y estudio, para adquirir de ese modo los buenos recursos de un prometedor “muletilla” y coger la alternativa como todo un buen maestro. Pero tengo la “Tientación” de pensar, que esto no va a ocurrir, (ojalá me equivocara) y es que hoy en día es mucho más divertido y en ocasiones hasta más rentable, ir de artista por la vida aunque para ello tengamos que engañar a los demás, e incluso a nosotros mismos.

Hasta la próxima entrega

Amaury Suárez