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24 septiembre 2011

José Manaut. Pintor, masón y comunista.

Estimados lectores.

El pasado 20 de septiembre quedó inaugurada en el centro cultural provincial de las Aulas, la exposición monográfica del pintor valenciano José Manaut Viglietti (Llíria 1899 – Madrid 1971) donde acudieron un buen número de asistentes así como importantes personalidades de las artes y la política entre las que destacaba Dña. Stela Manaut hija del pintor y directora del museo dedicado a la vida y obra de este artista.

Sin duda es complicado hacer una valoración técnica de la obra de alguien que físicamente ya no se encuentra entre nosotros y por lo tanto no puede tener la posibilidad de aportar su punto de vista, y además de ser alguien que de alguna manera ya forma parte de la historia del arte de esta región; sin que esta valoración no sea entendida por algunos, como un acto de autosuficiencia del que analiza (en este caso yo) aun cuando los que piensen de esa forma, estén expresando con su enfoque una limitada visión intelectual del fenómeno. Y si además el personaje al que pretendes valorar su obra, posee valiosos meritos extra culturales relacionados con factores de tipo ideológico, moral e incluso iniciático muy admirados y respetados por un amplio público de este país, afines a sectores históricos de la izquierda y la republica, mucho más. Pero a pesar de ello, pienso que vale la pena arriesgar, pues soy de la opinión de que un hombre puede ser al mismo tiempo virtuoso como persona en sus actos e ideas y no serlo tanto e incluso cometer errores, en otras actividades relacionadas con su profesión, en este caso la pintura. Pienso que exponer los errores y carencias de un pintor más o menos reconocido y valorado, como es el caso de José Manaut ya hoy “aceptado” por la historia, me ofrece la posibilidad de demostrar a mis lectores, y sobre todo a esos nuevos “artistas” que ya se creen haber llegado a la cúspide del éxito, la gran dificultad que encierra y ha encerrado siempre esta profesión, para que a veces se tome tan a la ligera, aunque solo sea en referencia a los aspectos técnicos y/o de oficio, que resultan ser siempre los menos complejos en relación con el discurso, la idea o el concepto de la obra. De este modo, el análisis y valoración técnica del trabajo de uno de los “grandes” me permitirá ayudarles a que tengan un poco más de coherencia, humildad y sentido común y traten sobre todo de hacer más importante el pincel que su propia lengua.

La obra de José Manaut se desarrolla en una época donde la rigidez establecida por las normas académicas en las bellas artes, era condición sin ecuanum de su razón de ser. La pintura y el arte en general, presentaba una marcada preocupación por “lo bien hecho” entendido esto, no solo por el buen manejo de la técnica, sino además por una exaltación elevada de la distinguida categoría estética de lo bello, que precisamente era representada por una concepción tan hermosa como fiel de la realidad. La pintura de principio del siglo XX en Europa y particularmente en España, recogía toda una herencia del oficio del pintor que había sido depurado con los siglos, no solo en su aspecto artesanal, sino además en la percepción y aplicación de los conceptos y términos donde estos se representaban, bien fuera en dibujos, imágenes graficas, pinturas de caballete o incluso murales; muestra de ello la podemos encontrar claramente en las obras de pintores tales como: Joaquín Mir (1873-1940), Ramón Casas (1866-1932), Santiago Rusiñol (1861-1931), Cecilio Pla (1860-1934) y el gran Joaquín Sorolla y Bastida (1863-1923) entre otros muchos, todos ellos grandes maestros que hacen valer el buen arte de la pintura, expresándolo en sublimes ejecuciones de la técnica y del sentido estético en sus obras.

Pero en el caso de la pintura de José Manaut esa calidad técnica no se aprecia con la misma facilidad, ni el virtuosismo que vemos en las obras de los pintores antes mencionados. Quizás su interés por el arte y la pintura en particular, consistía más en un medio de expresión del discurso de tipo ideológico y ético, comprometido con los sagrados derechos del ser humano en un mundo mejor, que distinguen a la hermosa divisa de la Orden Masónica de libertad, igualdad y fraternidad, y no tanto a cuestiones relacionadas con la aportación plástico estética. En cuyo caso, sus grandes meritos estarían más relacionados con una gran altura humana de hombre libre y justo, pero en cierta medida, en detrimento de su calidad como pintor y artista, aunque esto no quiera decir que fuera un mal pintor, pero sí muy inferior a los anteriormente mencionados y a otros que incluso la historia del arte recoge con mucho menos reconocimiento de su valor y aportaciones.

Algunos ejemplos de la muestra que se expone en estos momentos en el salón principal del centro cultural provincial “Las Aulas” dan buena fe de ello; y así podemos apreciar retratos con errores del dibujo en manos y rostros, fallos en la perspectivas lineal y cromática de los paisajes, tratados con pinceladas más que sueltas “descuidadas” y un cromatismo pobre de la paleta que si bien bebe de la gestualidad y luz de Joaquín Sorolla, solo lo hace en un sentido superficial y a veces caricaturesco de las formas y las atmosferas de los cuadros, factores estos que destacan por encima de algunos otros fallos que evidencian una calidad notable, pero nunca excepcional como muchos de sus contemporáneos.

Pero en cualquier caso, y a pesar de sus fallos y limitaciones técnicas del oficio de pintor, será siempre justo este merecido y en suma modesto homenaje a José Manaut, un hombre cuya mejor obra fue “pintada” desde la cárcel, con el compromiso de sus ideas de justicia y con la coherencia de ser siempre un hombre libre y de buenas costumbres, a la Gloria del Gran Arquitecto del Universo.

La exposición permanecerá abierta al público hasta el próximo 1 de Octubre en los horarios de visitas acostumbrados.

Hasta la próxima entrega.

Amaury Suárez . • .

21 septiembre 2011

La dolorosa picada de las “Medusas”

Estimados lectores.

Como ya les había advertido en uno de mis artículos anteriores, al parecer el pasado día 15 del presente mes, ha sido la fecha “elegida” para inaugurar las exposiciones de pintura en los espacios expositivos de nuestra ciudad. Tal es el caso de esta que se exhibe en la Sala Bancaja Hucha de la calle Enmedio 82 de la pintora Reyes Sales a la que voy a referirme en este artículo de opinión, la cual lleva por titulo “Medusas” y que coincide en ser la tercera muestra en inaugurarse ese mismo día junto a la de los “artistas” del Ateneo de Castellón y a la de Eva Córdoba Armelles en el centro cultural Castalia Iuris, todas ellas en nuestra ciudad.

La exposición “medusas” de Reyes Sales es de esas que uno no sabe muy bien como enfrentar, no por la complejidad de la propuesta, (lo cual seria un atractivo reto) sino en relación a que decir a su favor, y casi como en la mitológica escena que hace héroe a Perseo, me quedé de piedra al observarla. A parte del correcto montaje de las obras y una agradable distribución por el espacio de la sala, el motivo resulta pueril y sin interés discursivo aparente, por otra parte, la manera de acometerlo es pobre en recursos técnicos que abarca no solo la escasez de sus procedimientos, sino además sus posibilidades expresivas, en fin, que si tuviera que establecer alguna semejanza o paralelismo entre motivo y discurso, y valorar de forma coherente la muestra, diría que tanto a esta exposición, como a las propias medusas marinas, no hay por donde cogerlas, ya que ambas coinciden en el daño que provocan a los sentidos, unas en el tacto (el animal) reaccionando en nuestra piel con su doloroso veneno y la otra en el de la vista (la exposición) cuando asistimos a verla.

La simpleza compositiva que apreciamos en todas y cada una de las obras, no es solo molesta en su aspecto visual, sino que además denota la incapacidad de su autora en proponernos al menos un “giño” de riesgo y experimentación en este aspecto. Desde el punto de vista técnico, la acuarela como técnica de representación tiene una manipulación limitada y pobre, el efecto de espontaneidad se vuelve gratuito y previsible, repitiéndose hasta la saciedad la misma fórmula que se ve reforzada con la misma composición del motivo. El recurso de las reservas a modo de grafiado y que actúa como efecto de textura “signal” dentro del elemento protagonista, es reiterativo y cansino tratando de aportar un cierto lirismo que se vulgariza en su constante repetición y que realmente aburre. El divorcio de la figura con el fondo es evidente y el motivo aparece recortado y plano, haciéndose por momento opaco, característica ésta que entra en peligrosa contradicción con la técnica propuesta. Solo el color se nos presenta cauto en sus variables, aunque sus combinaciones cromáticas siguen siendo simples y muy elementales, dejándonos entre ver de alguna manera la intención de agradar pero que no va más allá de una belleza simplista y en suma decorativa.

Desconozco las causas o motivos que provocaron no solo este resultado expositivo, sino el deseo de realizar esta exposición, pero sean cuales sean estos, lo cierto es que Reyes Sales nos ofrece una muestra intrascendente, aburrida y muy limitada tanto en lo formal, como en su discurso. Y mejor hubiera sido no exponer antes que mostrar un resultado como este tan carencial y desabrido, no solo por respeto al público que lo merece todo, sino también y sin duda mas importante aun, por respeto a ella misma.

Pero como suelo hacer siempre a pesar de exponer claramente mi opinión, invito a todos ustedes a que visiten esta muestra, aunque sea por el solo hecho de comprobar si la realidad es tan terrible o solo es que he tenido un mal día debido a la dolorosa picada de unas medusas.

Hasta la próxima entrega.

Amaury Suárez

20 septiembre 2011

"Gamas" de Córdoba Armelles

Estimados lectores.

Con gran éxito de asistencia de publico quedó inaugurada el pasado 15 de septiembre la exposición titulada “Gamas” de la joven pintora Eva Córdoba Armelles en el salón del centro cultural Castalia Iuris de nuestra ciudad.

La muestra, con un agradable sentido expositivo en cuanto a la distribución y colocación de las piezas, hacen posible una fácil lectura de las imágenes que en esta ocasión Córdoba Armelles nos presenta combinándolas además con la posibilidad funcional de que su iconografía pueda ser al mismo tiempo un cuadro, o una imagen impresa en una prenda de vestir, intención esta que la autora refuerza claramente colocando en la galería un conjunto de maniquíes de costurera vestidos con camisetas negras de sport donde ha impreso en cada una de ellas, un ejemplo de sus cuadros.

A diferencia de las exposiciones anteriores donde el color era un recurso tenido en cuenta por su autora en esta, Córdoba Armelles prefiere el blanco y negro, acercándonos a un concepto más gráfico del lenguaje, donde las “tintas” planas (en este caso realizadas con óleo) le aportan sobriedad y elegancia a la imagen, algo que contrasta mucho con el motivo que resulta primitivo o ingenuo cual dibujo infantil. Claro que a los efectos de acabado hubiera sido más conveniente que utilizara el acrílico como técnica pictórica, pues el lento y dispar secado del óleo produce en los planos de los fondos y en algunas partes de las figuras, grandes manchas del aceite que actúan en detrimento de la factura de las piezas.

Sin duda la productividad y el entusiasmo que ha demostrado Córdoba Armelles desde su reciente aparición en el panorama de las artes plásticas de nuestra ciudad es claro y notorio, en muy poco tiempo, hemos sido testigos de su trabajo en varios escenarios expositivos, lo cual nos habla de su gran capacidad creadora y sobre todo productiva, algo que si bien es importante, no lo es todo en el arte, y sería bueno que después de tantas “apariciones” tanto de ella, como de su obra, se tomara un merecido descanso y se dedicara más a la reflexión, estudio y perfeccionamiento de los aspectos técnicos que aun resultan un tanto carenciales y en ocasiones actúan en detrimento de sus trabajos. Pintar mucho está bien, pero pintar bien, es sin duda mucho más importante; y para ello se necesita observar, estudiar y perfeccionar la técnica para así poder madurar con pleno conocimiento de causa, tanto en la forma, como en el interés de los contenidos que se quiera decir con ella.

Eva Córdoba Armelles es una joven pintora con gran ilusión por la pintura y el arte en general y ha decidido llevar a cabo sus sueños en este complejo mundo donde todo resulta ilusorio y a veces los caminos se vuelven duros y muy difíciles. Pero alguien dijo una vez que si en nuestros sueños hemos construido un castillo en el aire, no se ha perdido el tiempo, porque es allí donde debería estar. Ahora falta construir los cimientos debajo de él para que sea realmente hermoso, completo y útil.

Enhorabuena por esta exposición que resulta amable, tierna y cándida, como los ojos de un niño. Ingredientes que siempre se agradecen en estos tiempos de abundante hipocresía y miseria en los valores. Porque aun sin ser nada extraordinaria en discurso, ni gozar de gran virtuosismo técnico, se muestra fresca y dulce como un beso en la mirada.

Les recomiendo a todos visitar esta exposición que estará abierta en dicho centro, hasta el próximo 5 de Octubre en el horario comprendido entre las 9 y las 14:30 y de 16:30 a 19:00 horas y los viernes desde las 9 hasta las 14:30 horas.

Hasta la próxima entrega.

Amaury Suárez

18 septiembre 2011

De donde no hay, no se puede sacar.

Estimados lectores.

El pasado 15 de septiembre fue sin dudas “el día de las inauguraciones” en los espacios expositivos de nuestra ciudad, aunque en este artículo de opinión solo voy a hablar de la exposición de los “artistas” del Ateneo Cultural de Castellón, que en esta ocasión y como viene siendo habitual, se exhibe con más tristeza que entusiasmo y de forma “apelotonada” en la sede de dicha institución, que como todo sabemos se encuentra ubicada en al calle Antonio Maura, 4.

En esta ocasión, la muestra recoge las obras de 45 pintores y 4 escultores, colocadas en un espacio que nos transmite una imagen expositiva decadente, sin criterio de selección y en exceso aficionada, algo que en ningún modo hace justicia y además desmerita, a los escasos ejemplos de buenos trabajos que en ella podemos encontrar, (realmente muy pocos) ni a la institución que debieran representar. Aunque al parecer a esta ultima (y teniendo en cuenta la reiterada incapacidad de demostrar lo contrario) no parece importarle mucho, así como tampoco la imagen que de ella se pueda tener, cuando se exponen y analizan ejemplos como estos.

No ahondare en las razones que me han llevado y me llevan a crearme esta opinión sobre la forma y el modo en que esta institución realiza su trabajo, (particularmente la que organiza la sección de artes plásticas) los ejemplos de las obras que ilustran este articulo, dejan fiel testimonio de ello y por otra parte, ya he hablado de este asunto de forma muy clara en mis anteriores artículos que permanecen archivados en este blog. Pero resulta realmente penoso y muy triste que en una institución como esta, que debiera funcionar como ágora de ponderación y reinar más que en otras la creatividad, el buen gusto y el espíritu autocritico que conduce a la anhelada superación y mejora, resulte cada vez más vulgar, insulsa y sin un criterio que denote profesionalidad y buenas artes; dibujándose en cada actividad de este tipo, (que ya van siendo muchas) la oscura imagen de la incompetencia y el lacerante pasotismo que ya resulta crónico y además aburrido. Quizás sus dirigentes han quedado obsoletos, incapaces, estancados en una realidad más provinciana que los hace parecer más incompetentes y antiguos para llevar a cabo un proyecto que debiera estar en constante cambio y adaptabilidad con los nuevos tiempos y las ideas. Quizás ya no tienen ilusión y además han sido inoculados por el virus de la soberbia y la ignorancia, creyendo que todo lo que se hace está muy bien hecho, algo que sería realmente muy perjudicial tanto para ellos, como para la propia institución, porque lo peor de la ignorancia es que a medida que se prolonga en el tiempo, va cogiendo confianza y nos hacemos soberbios e incapaces de aceptar las criticas sobre los errores que cometemos.

Puedo intuir que para aquellos autores de las obras que en esta ocasión he elegido para ilustrar este articulo, como ejemplos de aficionados resultados, con grandes carencias y falta de calidad, y que además tengo que decir que no son los únicos, pues como ya apuntaba anteriormente, hay muy poco bueno que ver en esta exposición, no estén en absoluto de acuerdo con mi opinión, es más, lo más probable es que se sientan incluso ofendidos porque se consideren muy buenos pintores y con la calidad necesaria para definirse como “artistas” y dignos representantes del Ateneo Cultural de Castellón, algo que puedo llegar a entender, pues la humildad y la verdadera modestia son valores que denotan un espíritu de autocritica muy elevado, acorde a una actitud virtuosa de responsabilidad y respeto, algo que suele escasear y mucho en estos tiempos. Y por otra parte, como dijo alguien una vez, quien se enfada por las críticas, reconoce que las tenía merecidas. Tampoco existe en estos momentos y desde hace algún tiempo, un equipo de dirigentes con riguroso criterio, que haga posible un trabajo que dignifique la imagen de una institución como esta, que debiera actuar como un valioso eslabón de la autentica cultura de esta ciudad y región, por lo que lamentablemente resulta lógico y natural, que de donde no hay, no se pueda sacar.

Hasta la próxima entrega

Amaury Suárez

03 septiembre 2011

Vista una, vistas todas.

Estimados lectores.

El pasado martes 30 de agosto quedó inaugurada en el centro cultural provincial “Las Aulas” de nuestra ciudad, la exposición del pintor villarealense Pascual Cándido titulada, “Paisajes en tránsito”.

En esta exposición Cándido nos presenta una colección de 15 acuarelas que según su autor arrojan la síntesis del trabajo realizado en la última década. Con cuidada preocupación por el montaje, (no solo en el sentido individual de las obras, sino también en su presentación de conjunto), la muestra nos transmite un efecto muy agradable de orden y limpieza visual, que no solo denota el cuidado por la factura expositiva, sino que además le aporta una placentera sensación de luminosidad, la cual actúa en coherencia con algunas de las características técnicas de la acuarela.

Y aunque es muy importante la forma de presentar una exposición, sin duda lo es más aquello que se quiere decir cuando se expone (motivo, idea, discurso) así como las cuestiones estrictamente técnicas que abarcan desde el buen manejo del oficio, los aspectos relacionados con la composición, el color y hasta el lenguaje plástico, entre algunos otros. Siendo en este sentido que debo decir, que al observar la muestra en profundidad, esta resulta simple, repetitiva y muy aburrida, dejando en el espectador una rara sensación de “quiero y no puedo” realmente decepcionante.

Es simple, porque los recursos expresivos que el autor utiliza en la ejecución de la técnica, se limitan al empleo de un hábil recurso del gesto que claramente controla con más o menos gracia y soltura, algo que resulta lógico y de esperar, si tenemos en cuenta que son 10 años de trabajo incidiendo con la misma técnica en el mismo asunto, pero que lamentablemente no va más allá de la escueta y viciada manifestación de un trazo gracioso y desenfadado que convierte al resultado en una “fresca” imagen comercial, más propia de los cuadros que vemos en los departamentos de decoración de los grandes almacenes comerciales.

Repetitivo, porque los posibles cambios que podemos apreciar en la imagen elegida (en este caso el paisaje) son claramente imperceptibles. Su autor, como si de una maquina de acuñar billetes se tratara, repite el motivo hasta la extenuación, multiplicándose la imagen como en un cubo de espejos y para más agobio, casi desde la misma visual. Además la composición no va más allá de un simple concepto tradicional del orden y el diseño, que se ve enfatizado con la colocación horizontal del formato. ¡Menos mal que son “solo” 15 acuarelas! Porque si las dimensiones de la sala le hubiesen obligado a realizar un número mayor de obras, hubiera sido necesario y obligadamente preceptivo, incorporar en el cóctel de inauguración, la ingesta de una pastilla de gelocatil o aspirina para aliviar el dolor de cabeza.

Y como es de esperar, todo esto nos conduce a un resultado expositivo aburrido, sin ninguna aportación visual interesante, sin apenas riesgos y sin una propuesta que haga surgir al menos alguna pieza verdaderamente significativa dentro del conjunto, pues vista una, vistas todas.

Y esto evidentemente no puede tener nada que ver con un trabajo de investigación y síntesis de 10 años, como erróneamente Cándido nos afirma cuando dice… “sintetizar es una acción continua en mi obra, es un reto personal, pintar más con menos, esta forma de trabajar facilita la creatividad y enriquece el resultado final”. Después de leer y analizar estas palabras y contrastarlas con el resultado de la muestra, es cuando se hace profética la cita de David Hockney, que he tenido a bien colocar en un lugar cimero dentro de este blog desde el dia que fue creado, cuando nos dice… “No es necesario creer en lo que dice un artista, sino en lo que hace”. Y la realidad es que al ver un resultado como el que nos presenta Pascual Cándido en esta exposición, profusamente repetitivo, pobre en el uso de los recursos técnicos, expresivos, compositivos y cromáticos y vacío de contenido, estamos convencidos de su equivocada percepción de las cosas, porque este resultado no es una cuestión de síntesis, como tampoco un derroche de creatividad y mucho menos algo que pueda ser vinculado al revolucionario y elevado concepto minimalista, que nos habla del “más con menos”, y digo yo… ¡Que culpa tiene Richard Wollheim de que el amigo Pascual no haya entendido muy bien el termino minimal, y además se permita utilizarlo con tal ligereza en sus análisis y entrevistas! Es oportuno decir que el minimalismo lo que nos propone, es un resultado despojado de lo superfluo, banal y gratuito, para elevar a la obra a la complejidad intelectual de la forma y su discurso, y aquí no hay nada de eso, tan solo existe la incapacidad de ofrecer algo que pueda despertar el interés por el público de arte, y con esto de “publico de Arte”, no me refiero a los que asisten como aves carroñeras el dia de la inauguración, solo para aplacar con canapés y asidrado vino, sus insaciables apetitos, “alimentando” el ego de faranduleros que no se cansan de contar sus “hazañas” en galerías de barrio, o de aquellos espontáneos “paparazzi” que no paran de hacer fotos en todos los saraos que se programan en esta ciudad, para dejar luego testimonio grafico de esas reuniones de “sociedad”, en las redes sociales de Internet y de ese modo sentirse más “importantes” y “famosos” (y con esto no aludo a los que lo hacen, sino a aquellos que lo hacen con esa única intención). Cuando hablo del autentico público de arte, me refiero a ese que busca en cada exposición otro tipo de “alimento”, no el que ensancha a las barrigas, sino al espíritu y el intelecto; a ese que lee y disfruta con las hermosas palabras de un Antonio Arbeloa como las que aparecen en el catalogo de la exposición, para luego de esbozar una cómplice sonrisa, reconocer que como amigo del pintor, es de justicia que éste le haga un buen regalo. Me refiero a ese público que callado y discreto le gusta dialogar con la obra y no con el autor, porque al final de todo, siempre resulta ser más honesta, pura y humilde; hablándonos de sus virtudes pero también de sus carencias y diciéndonos que todo lo demás, son adornos sin ningún valor objetivo.

Pero a pesar de mi opinión, pienso que la exposición “Paisajes en transito” de Pascual Cándido, es una muestra agradable y en su conjunto bien hecha, y no me contradigo con esto (para aquellos que le gusta apostillar mis palabras) y es que en la medida que las pretensiones de su autor, hayan sido solo la de realizar una obra “bonita”, los objetivos se han cumplidos, lo que ocurre es que después de 10 años de trabajo de “investigación” y “síntesis”, el resultado debiera pretender algo más, que lo estéticamente correcto, pero en fin, la verdad es que bien vale la pena visitarla, porque a pesar de que vista una, vistas todas, lo cierto es que aquel coleccionista que compra una obra, generalmente solo compra una y siendo así, a éste no tiene porque resultarle ni simple, ni repetitiva, ni aburrida pues no tiene la posibilidad de comparar.

La exposición permanecerá abierta al público hasta el próximo día 17 de septiembre en el horario comprendido desde las 10 hasta las 14 horas y de las 17 a las 21 horas de lunes a sábado.

Hasta la próxima entrega

Amaury Suárez