Translate

16 diciembre 2011

Un espacio de posibilidades limitadas en la obra de María Ordóñez.

Estimados lectores

El Centro Cultural Provincial de las Aulas inauguró el pasado martes 13 de diciembre, la exposición titulada “El espacio de las infinitas posibilidades” de la pintora y licenciada en Bellas Artes por la Universidad de San Carlos en Valencia María Ordóñez. Quizás hubiera sido más oportuno o aconsejable inaugurar otro día, pues las profecías a veces se cumplen y creo que este caso, es un buen ejemplo de ello.

Según recogen algunos pocos medios que he consultado y que se han hecho eco de la muestra, la misma pretende recuperar una visión ensoñadora de la realidad, que esta artista plástica castellonense agrupa en una veintena de obras, entre las que se encuentran “Las tres gracias de las Vegas” y “El sueño de una noche de verano”, no sé si esta última inspirada en la obra de Shakespeare, en la obertura musical del compositor alemán Félix Mendelssohn, o en la adaptación cinematográfica que hiciera el director estadounidense Michael Hoffman con una bella Michelle Pfeiffer en el papel de Titania como reina de las hadas. También los medios aluden como su “Curriculum vitae et studiorum” que la Ordoñez ha expuesto en las principales salas de la provincia, entre ellas Pictograma, Castalia Iuris o la Casa de l’ Oli de Vila-real. Además que ha sido fundadora de la Associació de Nous Comportaments Artístics y finalista en numerosos certámenes pictóricos. Lo cierto es que la impresión que he recibido al visitarla es de gran decepción por la simpleza técnica y conceptual de sus obras, lo cual alude a un resultado muy aficionado y pobre. Y con ello no me refiero solo a estos dos últimos ejemplos, sino a la muestra en general, haciéndose si cabe más sorprendente y preocupante mi percepción, si tenemos en cuenta que quien expone es una licenciada en Bellas Artes y por lo tanto una especialista en esta rama del arte.

Los recursos plásticos son tratados en un sentido muy elemental de sus tratamientos, donde el uso repetitivo y simple del “accidente” en lo gestual de las manchas, arroja un cromatismo que poco arriesga y nada propone ni en su concepción espacial compositiva, (donde muchas veces resulta caótico en el equilibrio de las masas visuales y cromáticas) ni en los colores empleados generalmente de uso muy aficionado en sus mezclas. El dibujo, aunque con clara intención de esquematizar las formas humanas, resulta insuficiente evidenciando una indudable carencia en este aspecto, que lejos de buscar la siempre aludida “expresividad” de la que muchos hablan para justificar el mal dibujo, aquí vemos ejecutada con claro temor y desconocimiento de la estructura anatómica. Y ya sé que posiblemente la intención que refiera esta pintora con relación al lenguaje que ha utilizado en sus obras es la de no pretender mostrarnos una visión naturalista, fiel o descriptiva del objeto (que es lo que se suele decir cuando no se tiene tanta destreza en estos aspectos) pero en cualquier caso, tanto en su aspecto formal, como en su “innovadora” propuesta discursiva, el resultado sigue siendo pobre, simple y muy trillado.

Siempre he sido del criterio, que los conocimientos que se adquieren en los estudios de cualquier especialidad dentro de las artes, e incluso dentro del saber humano en general, es un factor que de alguna manera nos ayuda a distinguirnos de aquellos que no lo tienen, o que solo lo tienen de una forma superficial o aficionada del fenómeno o especialidad en cuestión, ya que de no ser así, podríamos caer en el craso error de llamar y considerar electricista a aquel que solo nos cambia una bombilla del salón cuando se nos funde; fontanero al que nos arregla un grifo cuando gotea o médico a aquel que nos prescribe una aspirina para un dolor de cabeza, convirtiendo a la especialidad y por consiguiente al especialista, en algo o alguien carente de importancia, distinción y significado. Es por ello que la complejidad técnico-conceptual de un cuadro realizado por un licenciado en arte, debiera ser portador de la excelencia técnica que nos describa el valor de un especialista del ramo y no el resultado simple, carencial y limitado que podríamos apreciar en alguien que no ostenta y acredita un título. Y no es que quiera decir con ello que la obra de un profesional deba ser siempre compleja e inalcanzable tanto en lo técnico como en lo discursivo, No, en mis años de experiencia he visto a algunos buenos ejemplos de pinturas donde sus autores sin poseer el título de la especialidad, pero sí motivados por la investigación constante, el amor al conocimiento y la dedicación al trabajo, hacían valer un resultado en sus obras francamente elevado en su calidad técnica y también en sus propuestas. Y es que no es lo mismo ser sencillo que simple; la sencillez entendida como síntesis para abordar y explicar de manera didáctica las cosas y los fenómenos complejos, (como los que se plantean también en el arte) es sin duda un elevado ejercicio de la razón y la inteligencia de lo elevado, pero una cosa es ser sencillo y hacer de la síntesis una virtud y otra bien distinta es ser, realizar o abordar las cosas de manera simple, insustancial o pueril, lo cual encierra una condición de pobreza intelectual que pudiera verse reflejado tanto en el análisis de los conceptos y categorías, como en los aspectos técnicos, arrojando de ese modo gran banalidad de los discursos que se transmiten. Por ejemplo, podemos recrearnos e incluso instruirnos a través del lenguaje sencillo y directo empleado en la obra literaria del vallisoletano Miguel Delibes, podemos conocer de la profundidad del dolor y el drama en las formas esquemáticas realizadas por Picasso en las figuras del Guernica o disfrutar de la sencilla estructura musical que emplea Mozart en muchos de sus conciertos pero en ninguno de estos casos los resultados pudieran calificarse de simples, fáciles o aficionados.

Por todo ello debo decir que es una pena que en esta exposición de María Ordóñez “El espacio de las infinitas posibilidades” que permanecerá abierta al público hasta el próximo 31 de diciembre, en el centro cultural provincial “Las Aulas” las posibilidades hayan sido tan limitadas y no infinitas como nos propone su autora, espero y deseo que en la próxima (si es que decide seguir exponiendo su trabajo al público) estas sean más amplias y sobre todo respondan a la calidad y profesionalidad que se debe exigir de alguien, que como la propia autora ha señalado, desea introducirse por meritos propios en el mercado internacional del arte, por lo pronto no ha sido este un buen comienzo, no sé si porque era martes 13 o porque necesita tomarse algún tiempo de necesaria reflexión y estudio para volver a exponer sus propuestas.

Hasta la próxima entrega

Amaury Suárez.