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29 septiembre 2012

Mirar más allá de la línea.

Estimados lectores.

El pasado martes 25 de Septiembre y hasta el 20 de Octubre, permanecerá abierta al público la exposición “La línea blanca” del pintor Jesús Manuel Moreno (Ciudad Real, 1956) en el Centro Cultural provincial Las Aulas.

Pintor de notable experiencia, vive en la ciudad de Valencia desde hace cinco años, aunque también ha permanecido residiendo por más de una década en la ciudad de Granada, donde se ha vinculado de manera activa con la vanguardia pictórica granadina e investigado sobre diferentes técnicas de representación como el grabado calcográfico, el fotograma, la xilografía y los ensamblajes escultóricos. También ha estado viviendo durante varios años en Barcelona donde además de participar en numerosas exposiciones, entre ellas, una exposición de “Mail Art” (arte postal) en la primera sala Metrònom, la cual hace posible incluir su obra desde entonces en la colección Thous, amplía sus estudios de pintura en la Escuela Eina con Ràfols Casamada y de litografía en la Escuela Llotja con Javier Argimon. Jesús Manuel Moreno es profesor de dibujo y especialista en lexicografía del lenguaje del Dibujo, siendo ese precisamente el tema desarrollado en su tesis doctoral, donde obtiene como calificación un sobresaliente “cum laude”.

Ante tanta experiencia y reconocimientos de este pintor, recogidos en las múltiples actividades realizadas durante todos estos años, es evidente que nos encontramos ante todo un profesional del arte. Y en justa correspondencia a tan alto nivel, quiero expresar mi valoración sobre esta exposición titulada “La línea Blanca”.

“La línea blanca” que como su autor define en las palabras del catálogo que acompaña la muestra, “…es una tendencia, que se inaugura con el presente siglo en la pintura valenciana, consistente,… en la utilización del blanco limpio del lienzo como fondo que enmarca la pintura que se realiza”.

En primer lugar quiero decir que si por tendencia este pintor entiende utilizar el color blanco como recurso espacial del fondo que enmarca o circunda la escena del cuadro, está en su libertad de pensarlo y decirlo, total, hoy en día hay muchos que consideran al pulpo como un animal de compañía, pero a mi juicio esto no es más que uno de los tantos recursos compositivos que le sirven al pintor para organizar los diferentes elementos plásticos dentro del proceso de la realización de un cuadro. Bien es cierto que en la actualidad la crítica de arte usa mucho esta palabra para expresar la idea o el concepto que mueve a un artista o a una escuela, para establecer una forma o manera intencionada de decir y hacer, pero particularmente y en este caso, prefiero valorarlo como algo vinculado más bien a un aspecto técnico de la forma y no al del contenido dentro de la especialidad. Pero decir además, que esta “tendencia”… “se inaugura en la pintura valenciana en el presente siglo” (como así se recoge en las palabras del catalogo de la muestra) resulta cuanto menos sorprendente, escucharlo de alguien que supuestamente debe conocer la obra de pintores tan importantes y mundialmente conocidos, entre otros: Chuck Close, Yves Klein y Egon Shiele, que de valencianos no tienen nada y que al igual que él, utilizan ese mismo recurso del blanco absoluto en el fondo con muchísima más anterioridad que el cuadro titulado “Muanrafak” del año 2005 al que él alude como originario referente de esta “tendencia”, incluso, otro referente de lujo y en este caso Valenciano, que utiliza este recurso, lo encontramos en la obra del maestro Juan Genovés (Valencia - 1930). En nuestra ciudad, contamos con el pintor argentino Pablo D´Antoni, que de manera reiterada también utiliza el blanco de fondo como representación del vacio en sus cuadros, avalado por una intención conceptual, similar a la del maestro Genovés, que pretende justificar la soledad del hombre (en el caso de la obra de D´Antoni, el emigrante) en las grandes y deshumanizadas ciudades modernas. Algo que de alguna manera pienso equipara a la intención discursiva de este pintor y que me ratifica en la consideración que hago sobre el uso de este recurso compositivo, pero sobre todo, en la sorpresa que un doctor en arte despierta en mí, cuando ignora o excluye, al menos a estos importantes referentes mundiales, como antecedentes. Es como decir que para este pintor el mundo acaba en el río Turia aunque este nazca en Guadalaviar (Teruel). Sin duda una visión bastante miope para tratar de “vendernos” su obra.

En lo referente al aspecto estrictamente formal y técnico de las obras expuestas, tengo que decir que teniendo en cuenta también quien las realiza, me he sentido un tanto defraudado con el resultado que se muestra, ya que hubiese requerido de un tiempo mayor de dedicación, estudio e interés por los acabados. A pesar de la belleza y luminosidad cromática que poseen las obras, (principalmente por el efecto que provoca el blanco del fondo) su dibujo resulta en muchos casos tosco y deficiente, ya que la aparente “expresividad” que se pretende lograr dentro de una concepción claramente naturalista del tratamiento de las figuras humanas (de referencia fotográfica) se ven empobrecidas producto de una cierta caricaturización, debido al mal uso tanto de las proporciones, como de la estructura anatómica de las mismas, algo que contrasta claramente con algunas piezas, (las menos) donde su autor parece haber dedicado más tiempo en su elaboración y los resultados revelan en esos casos, un nivel más elevado y profesional de su calidad. Las pinceladas destruyen el volumen anatómico de la figura y una acción que pretende ser “suelta”, se convierte claramente en descuidada y torpe, aportándole a la obra un resultado aficionado y carencial. Y es que como decía el escritor británico John Ruskin “La calidad nunca es un accidente; siempre es el resultado de un esfuerzo de la inteligencia”, algo que al parecer en esta muestra, su autor, o bien por las prisas o por incapacidad, parece haber olvidado.

A pesar de todo, les recomiendo visitar esta exposición, pues será muy demostrativo para algunos y consolador para otros comprobar que una buena idea puede perder interés y lustre por culpa de una mala ejecución técnica o lo que es lo mismo, “no mirar más allá de la línea”; y por otra parte (y quizás lo más triste) que a veces los títulos y reconocimientos no se corresponden con la calidad de los resultados, algo que una vez más hace valida la famosa frase de David Hockney de… “No es necesario creer en lo que dice un artista, sino en lo que hace” reflexión esta que sigue encerrando una gran verdad. Y que una vez más, aquí podemos tener una buena muestra de ello.

Hasta la próxima entrega.

Amaury Suárez.

22 septiembre 2012

A pesar de todo, el arte se hace camino.

Estimados lectores.

El pasado martes día 11 y hasta el 27 de septiembre permanecerá abierta al público una exposición colectiva del grupo Beniart (asociación cultural de artes plásticas de nuestra provincia) en la sala Bancaja Hucha de la calle Enmedio 82. Por cierto, la última que se exhibirá en este espacio, debido a los “populares” recortes que tan de moda están en estos momentos de crisis económica. También se me ha informado que además cierra sus puertas al público la sala de exposiciones “San Miguel” de la Fundación Caixa Castelló-Bancaixa en la calle Enmedio, 17 que en estos momentos expone la muestra titulada “Entre dos siglos” donde se recogen obras de los fondos artísticos de la fundación Caja Castellón de diferentes artistas y maestros de la región. Muestra que les recomiendo visitar por su alta calidad de conjunto. En fin, que como viene siendo habitual, se ahorra poco (en este caso en cosas importantes) para malgastar mucho, a veces en cosas que puede ser prescindibles, innecesarias y/o inútiles, siendo esa precisamente la causa por la que hoy nos encontramos en una situación tan lamentable e infecunda; siendo como fuimos, una provincia de gran riqueza y prosperidad económica en el pasado reciente. Y con esto no quiero dar lecciones de eficacia en la gestión y distribución de los bienes, riquezas y servicios que deben ser ilustrativos de un país del primer mundo, en ningún modo, además, no sería demostrativo de mérito, pues solo basta con analizar como está el “debe” y el “haber” de las cajas y bancos de esta comunidad, para uno darse cuenta que sería relativamente fácil destacar en este aspecto, aplicando sólo un poco de sentido común. Porque ya me dirán que “elevado” coste pueden provocar el mantenimiento de dos salas como estas, si las comparamos con los salarios y demás lujos millonarios que se permiten sus directivos, que aun haciéndolo realmente fatal, reciben suculentas indemnizaciones cuando son cesados; estos, al igual que los políticos, viven al margen de la realidad y la necesidad del resto de las personas, pero en fin, es lo que hay y lo peor de todo, es que no sabemos hasta cuando seguirá siendo así. Y luego se habla de que España no genera confianza en el exterior, pero… ¿Cómo va a despertar confianza un país que no sabe administrarse y gestionar sus riquezas? Si la cultura que es uno de los más sólidos activos históricos y de prestigio en este país, sufre el inexplicable y humillante avatar de sus dirigentes políticos y gestores financieros. ¿Quien es capaz de cuestionar el indiscutible valor de Velázquez, El Greco, Goya, Federico Madrazo, Picasso, Juan Gris, Joan Miró, Sorolla, Dalí y tantísimos otros, que ponen con sus obras a España en el más cimero lugar de la historia del arte? Eso sí genera confianza, eso sí es solidez y prestigio en el mundo, pero para seguir manteniendo y desarrollando esa imagen, no se puede tratar a la cultura como la prostituta del reino y limitar (como se está haciendo) sus capacidades y vías de expansión. España puede y debe exportar cultura, es un valor incuestionable, porque no se puede concebir la cultura europea, sin las valiosas aportaciones que han hecho los artistas españoles a través de todos los tiempos. Es inconcebible pensar en un niño alemán, holandés o noruego que estudie arte y no sepa quien es Velázquez o Picasso. Es por eso que debemos gestionar bien este histórico y valioso activo y mirar a Europa y al mundo sin complejos, defendiendo lo que nos distingue con sello propio. Pero para ello hay que tener capacidad creativa y el deseo de trabajar con arreglo a lo que nos es común, (es decir nuestra cultura) y debemos hacerlo de forma civilizada, con ponderación y dejando a un lado esos mezquinos sentimientos regionales que solo debilitan la imagen de este país, ante sus “inquisidores” socios europeos. Porque civilización es un sello sin valor, si este no va acompañado de su cultura.

Y después de esta declaración de principios, comento brevemente la exposición del grupo Beniart.

Como ya viene siendo habitual desde hace algún tiempo y después de una “espontanea”, pero necesaria criba en la calidad del grupo, que ha dejado fuera de membrecía a algunos de sus integrantes menos talentosos y con mayores carencias técnicas, el grupo Beniart se está manteniendo con una notable calidad expositiva en sus últimas exposiciones, algo que sin duda se agradece y mucho, pues en cuestiones de arte, la masificación no siempre viene acompañada del rigor y la calidad de las obras sino mas bien, todo lo contrario.

Con pequeñas excepciones aún, la muestra transmite solides técnica, armonía y gusto, destacando en este sentido la obra de algunos exponentes como por ejemplo: Lledó Martínez que alude a un abstraccionismo de formas onduladas y variadas texturas, donde subyace una sensualidad de marcado lirismo. Sylvia Ordoñez, nos sorprende con un trabajo, que con cuidada técnica y tratamiento, persigue una lectura más conceptual del motivo, algo que sin duda corona con acierto y gusto un trabajo de investigación de años dedicado a la recreación de los objetos cotidianos. Julia Carregui, nos regala en esta ocasión dos hermosos paisajes, de clara referencia fotográfica, donde hace gala de una técnica exquisita y un control de las características texturales y de comportamiento de la luz sobre las superficies de los objetos, dotándolos de una atmosfera de gran poesía y belleza, sin duda con su obra, Castellón cuenta con una gran paisajista en estos momentos. Tere Colomé, se consolida con su trabajo en una pintora con experiencia en el mundo textural, algo que hábilmente acompaña con una atmósfera de reminiscencia surrealista que tanto le caracteriza. Pedro Meliá, un pintor que se mueve entre la grafica y el diseño, nos regala una pieza de gran cuidado en su factura y exquisito tratamiento, algo que le otorga seriedad y rigor al resultado. Pepe Personal, pilar indiscutible de constancia y trabajo en el grupo, en su trabajo mantiene su línea esculturorica de evocación Dadáista y Povera que hábilmente transforma en piezas de gran belleza y expresividad, donde el azar siempre presente, se ve transformado en la acción consciente y creadora del hombre. Rosana Asensio sigue refugiada en la abstracción matérica, parece sentirse cómoda en ese lenguaje, que le brinda la posibilidad de experimentar con diferentes texturas y materiales, solo debe tener en cuenta, que también hay que ampliar las posibilidades compositivas y cromáticas, ya que a veces resulta un tanto monótona y repetitiva en el resultado final.

Estos y otros, son los miembros que están presentes en la exposición colectiva que nos ofrece el grupo Beniart, con la que cierra sus puertas la sala Bancaja Hucha de la calle Enmedio 82. Un ejemplo de esperanza que nos viene a demostrar, que a pesar de todo, el arte se hace camino. Enhorabuena al grupo por esta muestra.

Hasta la próxima entrega

Amaury Suárez.

08 septiembre 2012

Canós Cotolí. “Sencillo y popular”.

Estimados lectores.

Ya ha dado comienzo la nueva temporada de exposiciones en el centro cultural provincial “Las aulas” y en esta ocasión lo ha hecho, con una agradable muestra del pintor villarrealense, Pascual Canós Cotolí, una muestra cuya inauguración tuvo lugar el pasado martes día 4. Pintor y diseñador, Cotolí se inició en las artes plásticas en la Escuela de Bellas Artes y Artesanía de Castellón, bajo la dirección del pintor, también villarrealense, Francesc Gimeno Barón (1912 - 1978).

Canós Cotolí es un pintor tradicional, de línea figurativa y con una cierta reminiscencia de ese romanticismo académico, que tanto gustaba enseñar en los años 40 y 50 del pasado siglo, a los maestros de la vieja escuela, no solo en Europa, sino también en América. Con gran meticulosidad en el tratamiento de la pincelada y de los recursos plásticos, este pintor nos recrea una serie de imágenes y escenarios, en su mayoría paisajes campestres, de gran belleza visual, de dulce cromatismo y exquisita minuciosidad de los detalles, características estas que unidas al reducido tamaño de las obras, nos permite disfrutar de las mismas, también en la corta distancia, algo que sin duda define a este pintor, como un preciosista del detalle, con una refinada y cuidadosa factura en los acabados de las obras y por consiguiente, con la digna cualidad de ser un virtuoso artesano en el aspecto del oficio.

Aunque aparecen algunos escasos ejemplos donde ha sido tratada la figura humana, y no muy afortunados por cierto, es sin duda el paisaje su motivación primera y también en el que más valores de calidad imprime, aunque a veces estos se vean levemente afectados por algunos errores en el dibujo relacionados con las perspectivas, pero que es algo que suele difuminarse y pasarse por alto ante la calidad de otros aspectos de la obra, que alcanzan gran notoriedad, como por ejemplo, las atmósferas logradas a través del color, las meticulosidad de las texturas y la fidelidad (a veces muy naturalista) de la superficies de los objetos.

Paisajes que como hermosas ilustraciones, aluden a diferentes partes y lugares, algunos de ellos de fácil identificación, que nos hablan con voz cariñosa y tenue, susurrándonos al oído la dulce poesía vivida de un instante, haciendo a veces protagonista al silencio transformando la escena en calma y belleza.

Pascual Canós Cotolí no es un pintor de modernas propuestas, esas que suelen vincularse a resultados extravagantes, otras veces inaccesibles y herméticos por la alta lectura “intelectual” que se exige para su deleite y que simplemente al final de tantos adjetivos, podríamos definir como raros. Cotolí es un pintor sencillo y popular en la elección del motivo e inmensamente bondadoso en su discurso. Porque a pesar de modas y modismos, de hermetismos y rarezas, siempre existirá aquel público que siga prefiriendo y deleitándose con la infinita diversidad de la naturaleza y su belleza.

Recomiendo visitar esta exposición que permanecerá abierta al público hasta el próximo día 22 de septiembre en los horarios acostumbrados.

Hasta la próxima entrega.

Amaury Suárez.