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26 noviembre 2012

Color Jazz. Opus 18

Estimados lectores.

El pasado martes día 21, quedó inaugurada la exposición titulada “Jazz” de la pintora Eva Córdoba Armelles (Castellón, 1982) en la sala principal del centro cultural provincial Las Aulas, la cual permanecerá abierta al público hasta el próximo día 15 de diciembre.

Llevo siguiendo la carrera de esta joven pintora prácticamente desde su primera exposición; este blog se ha hecho eco y escaparate valorativo de algunas de sus exposiciones y tengo que reconocer que su capacidad productiva es extraordinariamente prolífera, que su ilusión y deseo de superarse sigue estando presente como el primer día. Consciente de sus limitaciones y carencias, propias de su condición de aficionada, Eva Armelles, siempre me demuestra su sed de conocimiento y sus aspiraciones en convertirse, al menos, en una buena pintora digna de tan honorable oficio. Claro que para ello, debe siempre estar atenta y cuidarse mucho de esos frívolos elogios sin fundamento, que suelen aparecer con mucha frecuencia y casi siempre en los comienzos de nuestras carreras por personas y medios, que aún presuponiéndoles sus buenas intenciones, lejos de ayudar, confunden y perjudican, más que favorecen. Tal es el caso de lo que he podido leer (no recuerdo el medio de información) pero sí el sentido alabador y positivo de la información, donde haciéndose eco de esta exposición decía que esta pintora con apenas un año de haber comenzado su carrera como profesional en el 2010 (no se por qué lo de “profesional”) llevaba realizadas 18 exposiciones en toda la Comunidad Valenciana, como si esto fuese algo meritorio.

Contrario a lo que equivocadamente considera esta publicación, tengo que decir que esa veloz cualidad no tiene porque resultar digna de elogios y reconocimiento, como tampoco meritoria en el arte, entre otras muchas razones, porque para un verdadero profesional siempre será mejor hacer las cosas bien, que hacerlas rápido; la rapidez casi siempre suele actuar en detrimento de la calidad del resultado de la obra y por consiguiente debilita, y mucho, el respeto que esta le otorga a su autor. Quizás para Fernando Alonso, Alberto Contador, Miguel Indurain en sus mejores tiempos, o cualquier atleta velocista esto pudiera ser importante, incluso yo diría que determinante en su efímera carrera, ya que aquel que llega primero a la meta, gana su medalla y con ello el reconocimiento y admiración de todos. Incluso en un vendedor de churros o en un hacedor de chorizos se podría valorar como positiva la velocidad, para lograr una alta producción y así la posibilidad de una mayor venta del producto, pero para alguien dedicado a pintar, esculpir o diseñar, por mencionar sólo tres disciplinas del arte, no debiera resultarle en absoluto atractiva esta cualidad, pues la imagen artística debe siempre estar respaldada de un cuerpo teórico, discurso, idea o concepto en el que el creador debe tener su tiempo de estudio, análisis y maduración antes de ejecutarla formalmente con la técnica que elija. Afortunadamente la incuestionable producción que ha caracterizado a esta joven pintora hasta ahora, no le ha pasado aún una factura desfavorable, sino más bien todo lo contrario, aunque me gustaría llamar su atención sobre este aspecto. No es mejor aquel que lo hace más rápido, sino el que lo hace mejor.

En Eva Armelles he visto un notable avance del resultado en esta última exposición con respecto a las pasadas. Sin duda el cambio de la técnica ha sido un factor que ha favorecido, y mucho. Pasar del oleo al acrílico para lograr un lenguaje más próximo a lo “grafico” no solo resulta más coherente, sino que además beneficia el resultado. Ahora los acabados de las obras, manifiestan el cuidado que debe tener una factura profesional donde la relación de los tratamientos deben reinar en equilibrada armonía dentro de la imagen. Gracias a la planimetría impecable de los planos de colores, estos adquieren mayor luminosidad y por lo tanto, hacen viva la expresión de las figuras que en la obra de Armelles, siguen gozando de ese lenguaje un tanto Naif, pero muy personal de esta joven pintora. La línea blanca que perfila las formas, actúa como níveo “emplomado” que nos permite soñar con hermosas vidrieras tropicales, haciendo de la imagen un luminoso calidoscopio multicolor por donde al pasar la luz, éste se baña de alegría e ingenuidad contenida. Es una obra donde impera lo decorativo, quizás por esta cuestión hubiese sido más coherente desde el punto de vista conceptual, llamar a esta exposición “Músicos de Jazz” que aludir al género musical como su título, pues el resultado que se aprecia en las imágenes posee un carácter incuestionablemente descriptivo y superficial de la acción y no pone de manifiesto cualidad alguna de este universal género.

Quizás sea este un aspecto que llame la atención e incluso “moleste” a algunos, que prefieran una lectura más elevada y profunda del tema. Particularmente pienso que aún es pronto para tanta exigencia y que todo llegará. Por otra parte, “un cuadro es ante todo una fiesta para los ojos”, como se dice afirmó el pintor francés André Derain, destacando con esta frase el sentido decorativo que acompaña al arte. Aunque es bueno señalar (para que nadie sea llamado a confusión) que siempre que un creador quiera dotar a su obra de un resultado cualitativamente superior, no debe absolutizar este aspecto, ya que lo decorativo se centra más en las apariencias, en los aspectos gratos y superficiales de las imágenes y no penetra en los aspectos espirituales y de hondo contenido del discurso. Por eso lo decorativo suele ser siempre “lo bonito” de una obra pero no lo trascendental y expresivo de ella.

Por todo lo aquí expuesto, quiero recomendarle a esta joven pintora un merecido descanso, es hora de valorar todo lo hecho y aprendido. Las exposiciones solo sirven para mostrar conclusiones y cuando estas se atropellan en el tiempo, carecen de valor e interés. Quiero recomendarle que siga perfeccionando los aspectos técnicos, las composiciones pueden empezar a ser más atrevidas y complejas, así como todo el mundo textural que al parecer le interesa, pero sobre todo le recomendaría que más que pintar, piense en la pintura como un valiosos medio de comunicar y transmitir emociones. Personalmente Eva Armelles me transmite confianza, porque está colmada de ilusión y ha optado por el camino de aprender para superarse constantemente, pero un cualitativo avance en la calidad, no se puede lograr volviendo a hacer 18 exposiciones en un año.

Hasta la próxima entrega

Amaury Suárez.

20 noviembre 2012

Griñó. “En-motions”

Estimados lectores.

El pasado jueves día 15 quedó inaugurada con gran asistencia de colegas y amigos, la exposición titulada “Emociones” de la pintora María Griñó (Castellón, 1966) en la sala del centro cultural Castalia Iuris, que como todos sabemos se encuentra ubicado en la plaza Cardona Vives 10 de nuestra ciudad. La muestra permanecerá abierta al público hasta el próximo 12 de diciembre en el horario de lunes a jueves desde las 9.00 hasta las 14.30 y en las tardes desde las 16.30 a 19.00 horas. Los viernes solo en las mañanas.

Esta es la primera oportunidad que tengo para escribir uno de mis artículos sobre la obra de María Griñó en exclusiva; pues sólo lo había hecho casi de manera anecdótica, cuando su obra formaba parte de exposiciones colectivas o integrando proyectos conjuntos con otros creadores y debo decir que en esta ocasión, y a diferencia de aquellas pasadas obras, donde el resultado, aunque prometedor, aún me resultaba insuficiente y realmente de una calidad aficionada, en esta exposición titulada “Emociones” María Griñó me ha sorprendido muy positivamente con un resultado muy agradable desde el punto de vista visual y con una alta calidad, algo que me complace mucho por todo lo que de satisfactorio puede provocar en mi condición de público de arte.

Unos de los factores a resaltar de manera loable de esta muestra, es la distribución de las obras en la sala, la cual no solo es correcta, sino además agradablemente adecuada al espacio expositivo, ya que nos permite disfrutar de cada cuadro y sus detalles, sin que el de al lado nos moleste en nuestro ángulo visual, aspecto este al que suelo referirme con relativa frecuencia en mis artículos, porque en muchas de las exposiciones que visito, parece que siempre se prefiere optar por la cantidad, aunque lo que se muestre no sea del todo bueno y la exposición parezca más un bazar de mercadillo barato, que por la calidad expositiva, donde lo correcto y profesional sería exponer sólo las mejores obras después de una rigurosa selección.

Pero volvamos a las “Emociones” de María Griñó.

Como ya viene siendo habitual en la motivación de su obra, y en esta no se hace una excepción, su autora recrea (con un cierto aire gráfico y caricaturesco) la imagen femenina de una exuberante mujer que hace gala de su sensualidad, a través del uso de gruesas líneas de color negro. Líneas que enfatizan y perfilan las curvas de sus cuerpos, otorgándole al dibujo un peso visual característico y de gran importancia. No hay duda que la mujer es su principal motivación y María Griñó la recrea una y otra vez en cada una de sus obras realizando diferentes actividades, unas veces tocando algún instrumento musical, otras leyendo un interesante libro o sencillamente mostrándose al espectador en su epicúrea feminidad, utilizando el límite del cuadro como ventana “indiscreta” desde la que observa y se siente observada. El tratamiento plástico de los fondos que las acompañan, resultan ser unos hermosos escenarios de texturas visuales y color, donde se hace gala de un cuidadoso gusto por la factura y los acabados, haciendo de la imagen un resultado altamente decorativo, muy propio y digno de una hermosa ilustración.

A pesar del largo recorrido de su carrera como pintora, tratando de buscar una identidad propia del lenguaje, no se puede negar la clara influencia que ejerce sobre ella la obra de su padre, el maestro y gran acuarelista Daniel Aparici Traver Griñó (1931-2008) (imagen del parrafo) uno de los mejores artistas que ha tenido esta ciudad (y a mi juicio no valorado lo suficiente), él que con gesto seguro y gran dominio del dibujo y el color, nos regalaba hermosas obras, donde en alguna series que pintaba, y al igual que su hija María, la mujer resultaba ser la gran protagonista de sus creaciones; sólo que en el caso del maestro la amplitud de los recursos plásticos utilizados, eran traducidos en una depurada técnica, que arrojaba un resultado de alta plasticidad, frescura y riqueza visual.

Pienso que en el caso de María Griñó también encontramos una dibujante que sabe trasmitir seguridad y fuerza con su trazo. El uso reiterado y protagónico de  la línea oscura sobre el color, definiendo las formas por una parte, pero también creando agradables filigranas en los planos de sus composiciones así lo demuestra. En el uso del color, María se muestra más bidimensional; la perspectiva “desaparece” y solo es posible a través de las superposiciones de los planos, abogando por un lenguaje de apariencia más gráfica, cercano a la ilustración, que poco a poco le va otorgando sello y distinción, alejándola formalmente cada vez más de la obra de su padre. El cromatismo de sus obras resulta sencillo y a la vez luminoso, gracias a la pureza de los colores que emplea, sean estos cálidos o fríos, que muchas veces actúan como lecho de imaginativas y meticulosas texturas visuales, que esta pintora recrea a veces en un sentido análogo y otras en colores complementarios al fondo, y como si de un hermoso “patchwork” se tratara, su autora va diseñando los planos que estructuran el orden en sus composiciones, con gran profesionalidad y gusto.

Comparto las palabras inaugurales de la muestra sobre esta pintora de mi buen amigo y director de la sala el Dr. Joan Feliu, cuando dijo, “… María Griñó, una de las artistas que ha sabido encontrar, quizá sin remedio, su estilo personal:”… Y es que a pesar de las “muy cercanas” influencias, que incuestionablemente podemos ver en su obra, éstas también la honran y estimulan, porque el apellido Griñó a pesar de todo y de todos, seguirá teniendo continuidad y presencia en estas tierras y esperemos que esto sea por mucho tiempo.

Hasta la próxima entrega. 

Amaury Suárez.