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24 diciembre 2012

“Viaje a la esencia del saber”

Estimados lectores.

El pasado martes día 18 quedó inaugurada la exposición de pintura titulada “Viaje a la esencia” de la pintora aurgitana Maricarmen López Olivares (Navas de San Juan – Jaén 1961) en el centro cultural provincial “Las Aulas” de nuestra ciudad.

Aunque son muchos los años que llevo siguiendo la obra de López Olivares, es la primera vez que voy a hacer un escrito valorativo en exclusiva, de su trabajo; siempre lo había hecho de forma somera y muy general cuando su obra participaba en proyectos colectivos; como por ejemplo, en las pasadas exposiciones con el grupo femenino Comba 10.

Con esta exposición López Olivares pretende mostrarnos tanto sus dotes como retratista, así como una serie de obras de temática libre, donde se aprecia su marcado interés por hacer valer los más variados recursos plásticos dentro de las mismas, algo que no solo le aporta una hermosa riqueza visual a la imagen, sino que además, le ayudan a alcanzar una identidad pictórica que ya la distingue entre el resto de los pintores de Castellón. Pintora entusiasta, participativa y muy trabajadora, Maricarmen López Olivares siempre se ha mostrado interesada en desarrollar aquellos aspectos vinculados con el oficio del pintor, los cuales le han ayudado a convertir a su obra, más que en un emisor de complejos discursos y conceptos, en un escenario de estimable riqueza plástica y atractivo estético, donde lo “decorativo” (a pesar de algunas pequeñas carencias técnicas que más adelante comentaré) alcanza un notable protagonismo a la hora de valorar sus resultados. Algo por lo que no sería erróneo pensar, que una exposición con estas características, pueda gustar mucho al amplio público. Pero, «sólo porque todo el mundo crea que algo es verdad, no significa que lo sea» como bien nos enseña el cuento de Andersen “El rey desnudo”. La preocupación por la estética visual de lo bello en pintura, y en el arte en general, es solo un aspecto entre otros que un pintor debe considerar, pero no absolutizar en su trabajo, pues la comunión con los aspectos conceptuales o de discurso, es los que puede otorgar mayor lustre y altura intelectual a la actividad creativa, algo a lo que deberían aspirar todos aquellos que realmente consideran, aman y respetan a esta profesión y en la que además, no solo es importante el “cómo” se hace, sino el “por qué” y el “para qué” se hace. En la medida en que esta cuestión se resuelva, podremos determinar además el lugar que le corresponde a cada creador, bien sea como auténtico profesional o sencillamente como un talentoso aficionado con cierta habilidad y gracia, algo que sin duda ayudaría además a que nadie pudiera ser llamado a engaño, dando por bueno, a lo que solo lo es en las apariencias. Y aunque no considero que este sea del todo el caso, sí es bueno destacar que en pintura, el acto de crear, (sobre todo crear bien) debe ser algo más que pintar “bonito”. Porque por muchos y prestigiosos cursos y talleres en los que uno participe para mejorar la técnica, a veces resulta más conveniente pensar para qué queremos utilizarla y sobre todo, que queremos decir con ella.

Casi siempre cuando escribo mis artículos valorando el trabajo (que no a sus autores) de aquellos que deciden exponerlo al libre juicio de todos, en espacios y galerías públicas, me suelo referir generalmente y con mayor énfasis, a los aspectos técnicos y formales, no solo porque resulta más ilustrativo a la hora de analizar y entender las obras, sino porque si ya estos desde el principio demuestran los errores y carencias del que pinta, no hace falta adentrarse en un análisis más profundo de las propuestas, es decir, si alguien que dice ser pintor, no sabe pintar, para que vamos hablar de lo que pretende decirnos con su pintura. Pero en el caso de Maricarmen López Olivares, debo decir que esto no ocurre exactamente así. Estamos en presencia de una pintora que sí tiene un conocimiento técnico y aunque siempre mejorable, ya alcanza dignas cuotas de calidad y belleza en su trabajo. A pesar de ello me gustaría aportar algunas consideraciones, que espero sean tan bien entendidas, como recibidas por parte de todos, pero sobre todo, por la propia autora, persona a la que no solamente estimo, sino que además forma parte de mi ya extensa lista de alumnos que pasaron por mi estudio hace ya algunos años.

Comenzando con un orden de análisis, empezaré comentando brevemente el título de esta muestra, que aunque para algunos pudiera parecer algo carente de importancia, lo cierto es que el título de una exposición, suele ser la idea central o inspiradora del autor que expone, y además la primera frase de interés, que vincula a la muestra con el público.

Un titulo como el de… “Viaje a la esencia” me resulta cuanto menos confuso o inexacto, pues la “esencia” entendida como la propiedad o conjunto de propiedades que constituyen o definen algo o a alguien, no puede llegar a ser el término más apropiado para ilustrar una exposición como esta, que aun siendo agradable o “bonita” en la forma, lo decorativo solo es una parte que no define al todo, pues la pintura debe ser y es, comunión de forma y contenido en busca de lo que sí constituye realmente su esencia, que es la de ser un vehículo de comunicación y lenguaje a través de la imagen. Y es que en esta exposición la lectura conceptual resulta un tanto caótica, debido a la inconexión de discursos que existe entre los diferentes elementos, motivaciones y recursos de apropiación que hace su autora no solo a nivel de conjunto, sino también, en las concretas lecturas de cada cuadro.

Por otra parte, y dejando a un lado el asunto del título, es cierto que nos encontramos ante una pintora de buen dibujo y ajustado color, de eso no hay dudas, pero a veces encontramos resultados que desafortunadamente no acreditan esa verdad, por la falta de un justo control en el interés por los detalles. Y es que la pintura debe ser siempre una acción donde prevalezca la medida y proporción de las cosas, la suma de las sutilezas, en fin, la armonía entre las partes y el todo. Siendo precisamente por ello que esta disciplina artística se acredita en su condición de “Bellas Artes”. Es cierto que a López Olivares le gusta recrearse en las miradas de las figuras humanas que pinta, de hecho, esto se han convertido en un elemento de identificación de su trabajo, todo el mundo habla de lo bien que pinta Maricarmen los ojos, y alguna vez le he oído decir a ella misma, que estos son las ventanas del alma, pero las ventanas deben seguir siendo parte de la casa y no al revés. En algunos de los cuadros expuestos, los ojos de las figuras adquieren un innecesario protagonismo que más que agradar, asustan, dado al interés visual que se le ha otorgado, atentando por ese motivo, contra el sagrado y natural carácter psicológico del retratado. En esos casos, las “parpadeantes ventanas” que tanto identifican a su obra, no nos muestran alma alguna, sino más bien, un impersonal vacio de artificial frialdad que solo transmiten belleza de forma, pero no de contenido.

Las composiciones es otro aspecto al que me gustaría referirme de esta exposición, y en este sentido debo decir que algunas obras de la muestra, adolecen de una organización racional e intencionada del discurso, a veces provocado por ese recargamiento inconexo de las partes y los elementos. Hay demasiadas botellas de cerveza y latas de coca cola, que a veces no justifican su presencia, ni formal, ni conceptualmente en las obras. Luego hay otras, como el caso del cuadro que parodia a las Meninas de Velázquez, donde su fragmentación resulta totalmente arbitraria debido a una clara deficiencia compositiva, quizás debido al desconocimiento, porque cuando un pintor decide realizar una obra basada en un concepto políptico, sea éste un tríptico, tetráptico o pentáptico entre otros, lo hace pensando bajo una concepción armónica de composición y lectura. Esto facilita que las partes puedan funcionar independientemente del todo, pero que si se unen, la lectura se hace más completa y amplia, como ocurre por ejemplo con obras tales como: “Tríptico mayo – junio 1973” de Francis Bacon, (segunda imagen) “Grandes jardines zoológicos” de August Macke o el archiconocido “El jardín de las delicias” de Jerónimo Bosch “El Bosco” entre otros, donde las partes funcionan tanto formal como conceptualmente, independientemente de estar unidas o no. Esa es la manera preceptiva en pintura de justificar un concepto compositivo basado en el diseño políptico; me gustaría saber como se justifica (tanto formal como conceptualmente) el alargado rectángulo que corona la parte superior del curioso tríptico de ironía Velazquiana, que nos presenta López Olivares en esta exposición.

Y por último decir, que en mis más de 25 años de experiencia que llevo como profesor y especialista en pintura de caballete, es la primera vez que tengo información sobre “la técnica inglesa del retrato con modelo” y es curioso porque tampoco lo escuche en los 12 años de carrera; puede ser que se dijo solo una vez, y ese día no fui a clase, tampoco nadie más me había hablado de ello hasta ahora. He buscado en libros, enciclopedias y también por Internet y lo único que encuentro sobre esa “técnica” no me resulta del todo fiable. Seguiré en mi búsqueda de la verdad, pues siempre me ha apasionado el conocimiento. Es como un viaje a la esencia del saber…

Hasta la próxima entrega.

Amaury Suárez

17 diciembre 2012

Más allá del rigor, la dedicación y el trabajo, es posible otra realidad.

Estimados lectores.

El pasado jueves día 13 quedó inaugurada en la sala de exposiciones del centro cultural Castalia Iuris de nuestra ciudad, la exposición titulada "Más allá de lo real" del joven pintor Carlos Asensio Sanagustín (Castellón - 1986). Licenciado en Bellas Artes y Máster en Producción Artística por la Universidad Politécnica de Valencia. Posee diferentes premios y reconocimientos entre los que destacan: Primer premio en el I Concurso de Dibujo Retrato Rockanrolero en Madrid en el año 2009, Primer premio en el V Concurso de Pintura de la Juventud de Castellón en el año 2010 y el Premio Ribalta en el LXVII Concurso y Exposición Internacional de Arte José Camarón (Segorbe, Castellón) entre otros. Su obra además forma parte de importantes colecciones nacionales destacándose la del Museo Europeo de Arte Moderno y Contemporáneo de Barcelona, el cual ha adquirido recientemente una de sus obras.

Al margen del aval académico que sin duda respalda a este joven pintor, son pocas las ocasiones que he tenido desde que escribo en este blog, para hacer una valoración desde el placer, la admiración y el respeto que me merece la obra de un creador, (sea esta la de un licenciado o no), como ocurre en el caso que nos ocupa. Y no es solo porque me considere una persona exigente con la calidad técnica y las propuestas que debe distinguir a un creador plástico, (que también), sino porque teniendo en cuenta el gran número de esos “artistas” que como champiñones en temporada suelen aparecer con frecuencia por estas tierras, son realmente pocos los ejemplos que pueden presumir de tan alta calidad en el resultado del trabajo, como el que podemos apreciar en la obra de Carlos Asensio, siendo sin duda uno de esos honrosos y escasos ejemplos que rara vez podemos encontrar en el panorama plástico-cultural castellonense.

Pintor moderado y sereno, de admirable humildad, que siempre ha preferido dejar que su obra sea la única protagonista, mientras que él permanece en su apreciado escenario de reflexiva discreción, algo muy diferente a lo que suele ocurrir con alguno de esos populares “artistas” del terreno, que no solo se disfrazan de bufón, sino que lo único que son capaces de mostrarnos es su vacía vanidad, por no tener otra cosa mejor que exhibir. Porque si es cierto que hay muchas formas de pintar, se necesita también mucha dedicación, constancia y  rigor, para pintar bien, independientemente del lenguaje, genero o tendencia que se elija. 

Pero analicemos la exposición de Carlos Asensio que es lo que realmente nos interesa y valoremos si efectivamente se pretende ir más allá de lo real….

Para empezar debo decir que estamos en presencia de un pintor realista, con clara referencia a un naturalismo costumbrista, donde el rigor y perfeccionamiento de los aspectos técnicos del oficio, resulta ser condición “sine qua non” para que la obra pueda ser considerada en alta distinción valorativa o lo que es lo mismo, un pintor que realiza su obra con arreglo a las normas que dicta el buen dibujo y el ajustado color bajo un concepto académico; género del que deben abstenerse esos modernos “artistas”, Naif e Informalistas de todo tipo, pues estas reglas no les competen en absoluto.

Digno continuador de la huella de grandes contemporáneos en este lenguaje, como: Sophie Jodoin, Lucian Freud, el burrianense Vicente Traver Calzada y el insigne maestro Antonio López; Carlos Asensio ha sabido madurar, buscando la anhelada perfección de la técnica con un resultado que lo equipara muy dignamente a tan ilustres referentes. El cuidadoso tratamiento del color, unido al exquisito uso del dibujo, desemboca en unas obras de refinada elegancia y belleza formal, donde cada centímetro del cuadro ha sido tratado con escrupulosa meticulosidad e interés en los detalles, algo que provoca tanto en el público, como en los especialistas, una entusiasta admiración y reconocimiento al contemplarlo. Los motivos que trata en su pintura son amplios y muy variados, algunos de ellos, rigurosos estudios para retratos, donde el dibujo deja patente no solo su cardinal importancia, sino la certera habilidad de su autor para lograr los singulares parecidos, otros, objetos de humilde y culinaria realidad familiar, mucho más intima y cotidiana, como una cabeza de pescado preparada para realizar un buen caldo, o unos ajos secos de lozano cromatismo, aves que esperan su turno para ser incluidas en el menú del día, o una desollada cabeza de cordero, dispuesta a coronar un buen asado, son algunos de los motivos elegidos por este creador, que les hace encumbrar con su oficio de pintor, a un estrato superior de arte y belleza. Luego están aquellos cuadros, los que ilustran su última etapa de trabajo, que manifiestan mayor complejidad compositiva y de discurso, y que representa a esos paisajes urbanos de cercana  y conocida referencia, que hábilmente Carlos Asensio compone en una visión fragmentada y un tanto calidoscópica o cubista en su forma, haciendo de ellos un hermoso resultado de aquellos rincones de nuestra ciudad, que tantas y tantas veces, pasamos inadvertidos sin reparar en su belleza

Sin duda esta exposición de Carlos Asensio Sanagustín resulta ser un agradable bálsamo para nuestros ojos, algo que solo es posible, cuando estamos delante de un virtuoso resultado. Quizás hoy en día alguien pueda pensar, que con tantos avances tecnológicos y teorizaciones varias, que hacen cada vez más complejo y difícil el sano disfrute del arte, “ir más allá de lo real”, con un concepto tradicional del “hacer” en pintura, pueda resultar cuanto menos, algo difícil o pretencioso, pero cuando un creador antepone la constancia, el rigor y un sereno y reflexivo análisis de lo que se hace, los medios seguirán siendo medios, y el fin último alcanzará cuotas de mayor trascendencia. Es por eso que para un pintor como Carlos Asensio Sanagustín, racionalmente inconforme con los resultados, buscando desde la serenidad las nuevas propuestas y la perfección del oficio, amante y defensor de un lenguaje realista, seguirá renovándose con cada exposición, en una imagen fresca y hermosa de la realidad, porque como alguien dijo una vez, “realismo no es hacer las cosas reales, sino la realidad de las cosas”.

Para concluir debo decir que a pesar de los magníficos resultados que se pueden apreciar en esta exposición, no se puede hablar aún de una personalidad pictórica definida, y aunque ya se puede intuir un glorioso camino de éxitos, es necesario y también conveniente que el tiempo juegue su papel de sabio decantador de madurez y experiencia; predecir el futuro es solo un acto de pitonisas y farsantes, y a veces ambas cosas coinciden. Es por eso que aún recomendando sinceramente a todos esta magnifica exposición, aún cuando estoy convencido que las cuotas de disfrute serán altas y muy estimulantes, hay cosas que debe valorarse con una cierta perspectiva en el tiempo. Sería un error hablar hoy de una obra terminada y madura de este pintor, su juventud no lo acredita, como tampoco mis años de experiencia lo permitirían. No obstante a ello, sería un lamentable error que no se visitara esta excelente muestra, la cual permanecerá abierta hasta el 9 de Enero en los siguientes horarios: de lunes a jueves de 9:00 a 14:30 y de 16:30 a 19:00 horas. Viernes de 9:00 a 14:30.

Hasta la próxima entrega.

Amaury Suárez

02 diciembre 2012

Los "Haikus" visuales de Torán

Estimados lectores.

Con una nutrida asistencia de público, entre los que destacaban algunos pintores, coleccionistas de arte y amigos del pintor, quedó inaugurada el pasado viernes día 30, la exposición de Francisco Torán, (Castellón - 1967) titulada “Paisajes donde el silencio y el ruido se unen” en el Centro de Arte Collage de nuestra ciudad, situado en la calle San Félix 49 (entlo. 2º) muestra que permanecerá abierta al público durante todo el mes de diciembre.

Una exposición de muy buen nivel técnico y coherencia temática; de gran frescura y belleza, donde se pone de manifiesto los amplios recursos plásticos y expresivos que imprime este pintor a su obra. Torán es esencialmente un informalista, de línea expresionista abstracta, donde la gestualidad y el accidente alcanzan una alta cuota de expresividad y dinamismo compositivo. Sin duda es en este lenguaje, donde él se siente más cómodo y donde más disfruta, (como tantas veces me ha confesado), aunque ya viene siendo muy común en sus obras, ese constante “giño” al elemento figurativo de rápida identificación formal, como pueden ser: peces, nubes, floras acuáticas, aves y demás elementos que le sirven no solo como recurso compositivo, sino además, de hilo conductor para provocar en el público una lectura más amable, cercana, poética y hermosa de la imagen. El discurso que le motiva, evidencia una clara influencia del arte tradicional oriental (principalmente chino y japonés) que me hace recordar a esas sencillas y bellas ilustraciones, de admirables alegorías a la naturaleza, que tanto gusta acompañar a los milenarios “Haikus” (poemas breves), escritos llenos de sabias y serenas reflexiones, de ideas que nos hablan de amor, virtud y respeto por el paisaje, habitad natural del hombre junto a los elementos que lo enriquecen; un habitad que Torán, desde su irremediable visión occidental, nos muestra en imágenes pletóricas de color, de amplia riqueza en lo textural visual y también en el gesto y la mancha, a veces accidental, que este joven pintor maneja con gracia y soltura, haciendo de estos recursos plásticos un sello propio de identidad y distinción innegable.

En esta exposición podemos disfrutar de sus maravillosos “estanques” donde carpas japonesas y brillantes peces de colores, parecen protagonizar una peculiar danza de sugerente exotismo, en un amplio espacio de gran belleza cromática y riqueza plástica. En esta ocasión también encontramos tres cuadros dedicados a las aves, donde Francisco Torán recrea el motivo en diminuta escala, haciendo de la imagen su acento visual compositivo y una hermosa declaración de amor y respeto por la vida en libertad de estos simpáticos y canoros amigos.

Sin duda es un hecho que Francisco Torán se siente atraído por el arte oriental, incluso él mismo, ha tomado su cuerpo como lienzo ideal y perpetuo, para tatuarlo con carpas, flores, aves y demás motivos característicos de las iconografías que inspiran a este milenario arte tradicional, acto el suyo, que aun sin ser necesario, le otorgan complicidad y un significativo grado de honestidad y coherencia con el tema, convirtiéndose él mismo sin quererlo, en “parte móvil” de su obra.

Ya son muchos los años que llevo disfrutando de la amistad y del arte de Francisco Torán; un excelente y discreto pintor de nuestra ciudad, como tantos otros, que a diferencias de algunos a los que tanto les gusta exhibirse por eventos y saraos “culturales” varios, haciendo de su constante presencia, la única formula para el reconocimiento y valor de su trabajo, ha preferido apostar por la callada dedicación y el perfeccionamiento de su carrera, que es verdaderamente lo único, en término absoluto, que puede otorgar el auténtico valor que distinga a un pintor primero, para llegar a ser un artista después.

Por todo ello es que les recomiendo a todos, visitar esta hermosa exposición de Francisco Torán en el Centro de Arte Collage, titulada “Paisajes donde el silencio y el ruido se unen” porque sin duda es este un buen ejemplo, (sin ser extraordinario) donde uno puede realmente aprender y disfrutar solo mirando el resultado del trabajo. Sin los “ruidos” y los innecesarios “adornos” que otros necesitan para mantenerse, o sencillamente sentirse “famosos”. Esos que en la soledad de su conciencia, seguro estoy estarían dispuestos a vender su alma al diablo por la mitad del talento que otros han ganado con esfuerzo y años de estudios, para así seguir disfrutando (con algo más de meritos) de los aplausos y alabanzas dentro de un ágora de mediocres e incompetentes.

Hasta la próxima entrega.

Amaury Suárez.