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20 noviembre 2012

Griñó. “En-motions”

Estimados lectores.

El pasado jueves día 15 quedó inaugurada con gran asistencia de colegas y amigos, la exposición titulada “Emociones” de la pintora María Griñó (Castellón, 1966) en la sala del centro cultural Castalia Iuris, que como todos sabemos se encuentra ubicado en la plaza Cardona Vives 10 de nuestra ciudad. La muestra permanecerá abierta al público hasta el próximo 12 de diciembre en el horario de lunes a jueves desde las 9.00 hasta las 14.30 y en las tardes desde las 16.30 a 19.00 horas. Los viernes solo en las mañanas.

Esta es la primera oportunidad que tengo para escribir uno de mis artículos sobre la obra de María Griñó en exclusiva; pues sólo lo había hecho casi de manera anecdótica, cuando su obra formaba parte de exposiciones colectivas o integrando proyectos conjuntos con otros creadores y debo decir que en esta ocasión, y a diferencia de aquellas pasadas obras, donde el resultado, aunque prometedor, aún me resultaba insuficiente y realmente de una calidad aficionada, en esta exposición titulada “Emociones” María Griñó me ha sorprendido muy positivamente con un resultado muy agradable desde el punto de vista visual y con una alta calidad, algo que me complace mucho por todo lo que de satisfactorio puede provocar en mi condición de público de arte.

Unos de los factores a resaltar de manera loable de esta muestra, es la distribución de las obras en la sala, la cual no solo es correcta, sino además agradablemente adecuada al espacio expositivo, ya que nos permite disfrutar de cada cuadro y sus detalles, sin que el de al lado nos moleste en nuestro ángulo visual, aspecto este al que suelo referirme con relativa frecuencia en mis artículos, porque en muchas de las exposiciones que visito, parece que siempre se prefiere optar por la cantidad, aunque lo que se muestre no sea del todo bueno y la exposición parezca más un bazar de mercadillo barato, que por la calidad expositiva, donde lo correcto y profesional sería exponer sólo las mejores obras después de una rigurosa selección.

Pero volvamos a las “Emociones” de María Griñó.

Como ya viene siendo habitual en la motivación de su obra, y en esta no se hace una excepción, su autora recrea (con un cierto aire gráfico y caricaturesco) la imagen femenina de una exuberante mujer que hace gala de su sensualidad, a través del uso de gruesas líneas de color negro. Líneas que enfatizan y perfilan las curvas de sus cuerpos, otorgándole al dibujo un peso visual característico y de gran importancia. No hay duda que la mujer es su principal motivación y María Griñó la recrea una y otra vez en cada una de sus obras realizando diferentes actividades, unas veces tocando algún instrumento musical, otras leyendo un interesante libro o sencillamente mostrándose al espectador en su epicúrea feminidad, utilizando el límite del cuadro como ventana “indiscreta” desde la que observa y se siente observada. El tratamiento plástico de los fondos que las acompañan, resultan ser unos hermosos escenarios de texturas visuales y color, donde se hace gala de un cuidadoso gusto por la factura y los acabados, haciendo de la imagen un resultado altamente decorativo, muy propio y digno de una hermosa ilustración.

A pesar del largo recorrido de su carrera como pintora, tratando de buscar una identidad propia del lenguaje, no se puede negar la clara influencia que ejerce sobre ella la obra de su padre, el maestro y gran acuarelista Daniel Aparici Traver Griñó (1931-2008) (imagen del parrafo) uno de los mejores artistas que ha tenido esta ciudad (y a mi juicio no valorado lo suficiente), él que con gesto seguro y gran dominio del dibujo y el color, nos regalaba hermosas obras, donde en alguna series que pintaba, y al igual que su hija María, la mujer resultaba ser la gran protagonista de sus creaciones; sólo que en el caso del maestro la amplitud de los recursos plásticos utilizados, eran traducidos en una depurada técnica, que arrojaba un resultado de alta plasticidad, frescura y riqueza visual.

Pienso que en el caso de María Griñó también encontramos una dibujante que sabe trasmitir seguridad y fuerza con su trazo. El uso reiterado y protagónico de  la línea oscura sobre el color, definiendo las formas por una parte, pero también creando agradables filigranas en los planos de sus composiciones así lo demuestra. En el uso del color, María se muestra más bidimensional; la perspectiva “desaparece” y solo es posible a través de las superposiciones de los planos, abogando por un lenguaje de apariencia más gráfica, cercano a la ilustración, que poco a poco le va otorgando sello y distinción, alejándola formalmente cada vez más de la obra de su padre. El cromatismo de sus obras resulta sencillo y a la vez luminoso, gracias a la pureza de los colores que emplea, sean estos cálidos o fríos, que muchas veces actúan como lecho de imaginativas y meticulosas texturas visuales, que esta pintora recrea a veces en un sentido análogo y otras en colores complementarios al fondo, y como si de un hermoso “patchwork” se tratara, su autora va diseñando los planos que estructuran el orden en sus composiciones, con gran profesionalidad y gusto.

Comparto las palabras inaugurales de la muestra sobre esta pintora de mi buen amigo y director de la sala el Dr. Joan Feliu, cuando dijo, “… María Griñó, una de las artistas que ha sabido encontrar, quizá sin remedio, su estilo personal:”… Y es que a pesar de las “muy cercanas” influencias, que incuestionablemente podemos ver en su obra, éstas también la honran y estimulan, porque el apellido Griñó a pesar de todo y de todos, seguirá teniendo continuidad y presencia en estas tierras y esperemos que esto sea por mucho tiempo.

Hasta la próxima entrega. 

Amaury Suárez.