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23 julio 2013

Stefano Popovski un pintor “guay”, pero que no marca la diferencia.

Estimados lectores.

Desde el pasado martes día 16 de julio y hasta el 31 del mismo mes, permanecerá abierta al público la exposición monográfica del pintor búlgaro Stefano Popovski (Plovdiv – 1964) muestra con la que se concluye la primera etapa del curso de exposiciones en el centro cultural las Aulas de la diputación de Castellón, volviéndose a reanudar en el próximo mes de septiembre.

Popovski pintor con formación, se licenció en la Academia de Bellas Artes de V. Tirnovo en el año 1990 y viendo su exposición, no me extrañaría que obtuviera su título, por ese azar inexplicable, de dudosa credibilidad y reconocimiento, que con relativa frecuencia encontramos en los licenciados de hoy en día, donde el alumno pasa por el conocimiento, pero este último no pasa por el alumno; y que a pesar de ello, no tienen reparo en exhibir un título que no es ni por asomo, reflejo ni distinción de un especialista, y sí ostentación de alguien que hace de su “hobby” una carrera. Carrera y curriculum que en el caso de Stefano Popovski, no presenta apenas reconocimientos y no es de extrañar, vista la pintura que realiza. Y es una pena que esto le ocurra a un profesional, pero he visto trabajos de nobeles aficionados con mucha mejor calidad que lo que aquí nos presenta este licenciado de la Academia de Bellas Artes de V. Tirnovo.

De todos es conocido mi total desaprobación, descredito y desacuerdo hacia aquellas personas, que realizando un ejercicio de inconsciencia, pero también de irreverencia hacia la disciplinas de pintura, escultura o cualquiera de aquellas que se estudian en las academias de bellas artes, se aprovechan de la falta de criterio, permisibilidad o sencillamente incultura de los que juzgan el arte actual, sean profesionales o público en general, logrando hacerse con un nombre de referencia en círculos “culturales” de ámbito local; personajes como algunos que ya han sido objeto de crítica en este blog, y que al final gracias a tanto bombo y platillo injustificado, le sirve como lanzadera para proyectos más ambiciosos, errada notoriedad o sencillamente para inundar con su “arte” los más variados rincones de una ciudad. Pero cuando la falta de calidad y rigor viene de alguien que ha pasado por una escuela de Bellas Artes y además ostenta un título de licenciado (como es el caso) mi reproche se hace mayor, pues este crea con su mal trabajo, no solo su descredito personal, que cada cual es libre de anularlo como mejor le parezca, sino también el descredito de toda una profesión, dando pie a que los más incapaces (los anteriormente mencionados) se aprovechen y hagan bandera de sus carencias, haciendo que la rueda de la mediocridad gire y gire sin parar una y otra vez, y la falta de calidad en las formas y también en los contenidos del arte actual siga siendo una constante y justificado motivo de su banalización. Es como si al beber un vino, de una botella etiquetada por la bodega de Vega Sicilia, nos diéramos cuenta de que ha sido rellenada con vino de garrafa, pero ante el clamoroso fraude de nuestra degustación, no decimos nada y lo aceptamos como bueno, otorgando de esa forma y con nuestra actitud, un valor auténtico y distinguido a cualquier vino de garrafa que bebamos.

Esta exposición es muy carente de todos aquellos elementos que hacen posible distinguir a un especialista de alguien que no lo es. Y para colmo de males, su autor se escuda en una “erudita” reflexión más propia de novela rosa de entretenimiento, con todos los clichés que estas poseen, cuando nos dice… "El arte visual no se entiende, sino que se contempla. Si provoca emociones, impresión y presenta mundos a los que el espectador desea acceder, su objetivo está  cumplido". Pues bien, otorgar al arte y en particular al arte visual, tales cualidades, es un claro acto de inconsciencia y romanticismo barato, que lo único que pretende con ello, es empobrecerlo y vulgarizarlo, quizás con el ánimo de ser un artista “chachi”, “guay”, cool o cualquier otro tipo de calificativo/chorrada populista, que solo se preocupa por buscar en los demás la aprobación ególatra del autor, más que la de su propia obra. En definitiva, una manera absurda, errónea e injusta de “democratización” del arte, donde la calidad no es importante o sencillamente no interesa. Decir que si “…provoca emociones, impresión y presenta mundos a los que el espectador desea acceder, su objetivo está  cumplido", es ahondar en la superficialidad más pueril del análisis, pues claro que todos reaccionamos y experimentamos emociones ante las cosas, para ello solo tenemos que estar vivos, hasta una mierda nos provoca asco, y un mal trabajo de un licenciado en arte, pena y descrédito, lo importante es saber si eso es lo que se quiere provocar, si es así como deseamos ser valorados, porque si todo se reduce a una simple provocación de emociones, entonces esta exposición es todo un éxito de mal gusto y vergüenza a la profesión.

Me ahorraré un análisis técnico de la misma, ya que tanto los errores de dibujo, como el empobrecido uso del cromatismo de los cuadros, el tratamiento descuidado de las pinceladas, e incluso las composiciones, es algo que clama al cielo, por otra parte, quien no tuvo la capacidad de aprender y distinguirse como profesional después de tantos años de carrera, no creo que sea capaz de entender una crítica a su trabajo. Por último decir que hasta el discurso de los temas resultan obsoletos y carentes de todo interés y no porque sean paisajes o bodegones, hoy en día hay pintores que cultivan esos géneros y los hacen con mucha más distinción y calidad, incluso algunos que no son licenciados en arte.

Creo sinceramente que esta exposición ilustra con claridad aquella frase aristotélica que dice… “La inteligencia consiste no sólo en el conocimiento, sino también en la destreza de aplicar los conocimientos en la práctica” y por lo que aquí he visto, no hay ni una cosa, ni otra, sólo un conjunto de cuadros mediocres, carentes de toda personalidad y empaque, que bien pudieron ser pintados por cualquier aficionado, pero que lamentablemente están hechos por un licenciado de la Academia de Bellas Artes de V. Tirnovo, el pintor Stefano Popovski.

Hasta la próxima entrega. 

Amaury Suárez