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22 septiembre 2013

Lo más importante ante el arte y la vida.

Estimados lectores.

El pasado viernes día 20, quedó inaugurada en el centro cultural Melchor Zapata del municipio castellonense de Benicassim, la exposición titulada “Lo importante” del pintor, escultor y grabador mexicano Jerónimo Uribe. Con una asistencia considerable de público, la muestra se hace eco de su nuevo proyecto, que según hemos podido averiguar, comprende una cantidad aproximada de 80 piezas, y que su creador ha dividido en cinco fases. En esta primera, la muestra recoge una cantidad de 20 cuadros, todos ellos realizados en gran formato, con una amplia versatilidad de los recursos plásticos y de tratamientos, que hacen de su obra un valioso referente en el virtuosismo del oficio. Y es que Jerónimo Uribe con su obra, hace valer sin ningún género de dudas, su clara defensa hacia la originaria condición de pintor, demostrando a todos, que a pesar de las variedad de modas y modismos en el arte contemporáneo, la pintura de caballete, sigue conservando también hoy, su indiscutible valor como opción, así como sus amplias posibilidades expresivas y de lenguaje.

En la muestra vemos como su autor utiliza de manera reiterada el recurso del autorretrato, haciéndolo valer como  elemento clave e hilo conductor del recorrido visual y conceptual del conjunto, algo que nos permite apreciar su intención de hacer con ello un discurso intimista y en suma muy personal, que nos habla de capítulos y vivencias que conforman y singularizan la personalidad de este autor, no sólo como creador, sino además (y quizás lo más importante) como ser humano. Sin duda Uribe no ha podido escoger mejor título para este proyecto, “Lo importante”, es una frase que encierra toda una declaración de principios, a parte de un claro posicionamiento ante el arte y la vida. Frase que encierra el reconocimiento y valor que este artista le otorgar a valores tan sagrados como la familia, los amigos, los referentes culturales y artísticos etc. Jerónimo es sin duda no solo un buen pintor, sino además una persona de amplia gratitud.

Desde el punto de vista técnico en la realización de las obras, tengo que decir que estamos ante un pintor maduro, de amplios recursos plásticos y con un sólido dominio de la técnica y el dibujo, aspectos que convierten a las escenas recreadas en sus cuadros, en una obra bien acompasada en forma y color, donde todo fluye con notable armonía y belleza. La singular huella de sus raíces Aztecas, se encuentra presente en esa expresividad casi “Fauvista” del cromatismo empleado en sus obras, pero también en la presencia de los símbolos e iconografías de su cultura, que hábilmente este autor equipara a los referentes homólogos europeos. Las texturas de los fondos en sus obras (tanto visuales, como táctiles) que entremezcladas con el grafiado de la línea y el manejo de las proporciones de las figuras, hacen aflorar con agrado, a tres virtuosos referentes artísticos, que alimentan la honrosa savia de las raíces de todo mexicano; el fantasma de un Siqueiros, de un Diego Rivera o del gran Clemente Orozco, otorgan también a Uribe el derecho de su singularidad cultural y artística.

Una vez más Jerónimo Uribe nos ha deleitado con su trabajo, y una vez más, este destacado creador nos ha demostrado que sólo es posible ganarse el respeto como verdadero profesional, cuando los pilares que sostienen a la obra, se basan en la calidad y rigor de una técnica empleada, en la dedicación y búsqueda constante de nuevas ideas y en una propuesta que eleve y enriquezca, no solo al público que la observa, sino al propio autor que la realiza. Solo así estaremos en presencia de un resultado, que como en esta ocasión, ha valido la pena comentar con agrado y esperanza de que no todo esta perdido.

La muestra podrá ser visitada sólo hasta el próximo día 29 de septiembre, de 18:00 a 21:00 horas. Espero que no dejen de visitarla, porque esta exposición es de esas que se disfruta observando y además se aprende, algo que ocurre muy pocas veces por estos lugares.

Hasta la próxima entrega.


Amaury Suárez.

07 septiembre 2013

Mística y diálogo, en una obra para ver y entender.

Estimados lectores.

Comienza el período de exposiciones en el centro cultural provincial “las Aulas” y en esta ocasión lo hace con una muestra del joven pintor castellonense, o como él mismo se define, artista visual, Alejandro Mañas García (Castellón - 1985) titulada, “Mística y diálogo” que quedó inaugurada el pasado martes día 3 de septiembre. La exposición comprende a un conjunto de obras de notoria singularidad, y yo diría incluso muy poco frecuente en este espacio expositivo en cuanto al lenguaje expresivo utilizado. Mañas García, es licenciado por la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Politécnica de Valencia y en la actualidad se encuentra realizando su tesis doctoral en la misma institución pública.  Esta exposición forma parte de las conclusiones de la investigación llevada a cabo por él durante los últimos dos años, la cual gira entorno a la problemática actual sobre la espiritualidad y la mística, como proceso creativo en el arte contemporáneo. A pesar de su juventud, Alejandro Mañas García ya posee un amplio y fructífero currículum vítae, con varios premios y reconocimientos, que lo reafirma como un sólido valor dentro de la creación artística, abnegado a un trabajo serio, de calidad y rigor, dentro de su carrera como artista visual.

La exposición que nos ocupa, está concebida en una representación “clásica” del lenguaje conceptualista, donde las instalaciones, los elementos “Povera”, el “Ready made” (objeto encontrado) y demás recursos expresivos utilizados en este movimiento se dan cita para lograr una atmósfera de marcado intimismo y sobriedad, que es algo que sin duda resulta muy poco usual en la galería de este centro cultural; destinado generalmente a un arte figurativo de lectura más cercana, amable y a veces de calidad (en el menos frecuente de los casos) o de obras aficionadas, muy carenciales y pobres, que lamentablemente resultan ser los ejemplos más comunes, irritantes y molestos que aquí se exponen. Tengo que destacar muy positivamente de esta exposición, la excelente factura y gusto en la distribución espacial de las piezas. Aspecto que ha llamado satisfactoriamente mi atención, ya que el concepto museográfico, que es aquel recurso que atiende tanto lo espacial, como lo teórico y que da carácter e identidad a la exposición, propiciando el contacto entre la pieza y el visitante de manera visual e íntima, y que es además el que permite que la comunicación hombre – objeto se manifieste de manera fluida y armónica en el espacio expositivo elegido, ha sido algo que me ha permitido disfrutar cómodamente en esta exposición, tanto de la riqueza individual de cada pieza, como de la distribución espacial del conjunto. Sin duda su autor ha apostado más por la calidad, que por la cantidad y esto se ha visto recompensado por una imagen de gran reflexión y belleza que hace del espacio expositivo un lugar donde la luz tamizada y el ensordecedor silencio, gravita de manera inquietante sobre la idea, y esta a su vez, nos da paso a la introspección de un diálogo íntimo y callado del “yo” interno de aquel que la observa.

Sin duda la amplitud de lectura de esta muestra, que en apariencia nos puede resultar inaccesible o incluso hermética (sobre todo para el amplio público) es por el contrario extensa, variada y muy enriquecedora tanto en discursos, como en sensaciones, eso sí, aunque siempre supeditada a la particular capacidad y sensibilidad del receptor que la observa, ya que esta no responde a una forma “tradicional” de diálogo, como algunos preferirían; algo que curiosamente, también resulta común a todos los lenguajes del arte sean estos abstractos o figurativos. Muchas veces he escuchado decir a alguien que “entiende” la pintura de Velázquez, cuando en realidad lo único que sabe es describir la virtuosa artesanía de sus formas. La imagen artística no puede basarse sólo en su “envoltura”, sino en la idea que dimana de aquel discurso que la distingue, por eso es que Velázquez es mucho más que la ejecución magistral de una técnica, pero sólo podrá ser disfrutado a plenitud, delante de los ojos de un receptor culto y sensible, que sepa apreciar también la complejidad que sin duda encierran sus discursos.

Alejandro Mañas García nos invita a través de su obra, a disfrutar de un ambiente que él denomina místico, proponiéndonos recorrer un camino que no se muy bien si se dirige hacia la espiritualidad de lo arcano, o hacia una mística espiritual, pero que en cualquier caso, su obra me transmite una grata sensación de paz y sosiego, que casa muy bien con sus palabras cuando nos dice… “cuando monto una exposición intento que el lugar se convierta en una capilla de reflexión, creo un clima para ese diálogo de amor absoluto, como una capilla que invita al recogimiento y la contemplación”.

En esta ocasión, el objetivo buscado por su autor se ha cumplido y esta hermosa y cuidada exposición, nos permite intentar encontrar dentro de nosotros, respuestas a preguntas que siempre nos acompañan en la vida, no se si es a causa o consecuencia de la mística o la filosofía, o por simple curiosidad, tal vez sea por ese antropológico sentimiento de la existencia del ser, lo cierto es que “Mística y diálogo” es una exposición que debe ser visitada por el amplio público, porque la creación no se limita única y exclusivamente a realizar obras, en este caso para ver, sino también y quizás lo más importante, para entender.

La muestra permanecerá abierta al público hasta el próximo día 21 de septiembre y podrá ser visitada de lunes a sábado en los horarios comprendidos entre las 10:00 y las 14 horas en las mañanas y desde las 17.00 hasta las 21:00 horas en las tardes.

Hasta la próxima entrega. 

Amaury Suárez