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21 enero 2013

Reflexiones y opiniones, sobre "Retratos de mujer".


Estimados lectores.

Como fue anunciado por los diversos medios, el pasado jueves día 10 quedó inaugurada en la sala de exposiciones de la Asociación Cultural Castalia Iuris de Castellón, la exposición titulada “Retratos de mujer” de la pintora valenciana Amparo Pínter, licenciada por la Universidad Politécnica de Valencia en la facultad de Bellas Artes de San Carlos. Pínter ha realizado estudios sobre diseño textil y gráfico, especialidades a las que ha podido vincularse por  más de ocho años. En la actualidad y desde el año 2000 trabaja como docente en escuelas talleres impartiendo materias de pintura, vinculadas a la decoración de interiores, la arquitectura y los acabados. Su carrera como creadora se ve avalada por un número considerable de exposiciones tanto personales como colectivas.

La muestra que nos ocupa, “Retrato de mujer”, es la continuidad de un año de trabajo donde su autora pretende mostrarnos, desde su personal visión, y como ella misma declara, “…un ambiente en el que el público no quede impasible ante los cuadros, sino que los observe, que reflexione y sea capaz de sentir diversas sensaciones ante ellos”. Para lo cual, esta pintora se apoya tanto en referencias reales de mujeres que le sirven de modelo y que además guardan algún tipo de relación con ella, así como de imágenes basadas en una recreación interpretativa e imaginaria que sin duda responde a su particular ideal estético, pero que en cualquier caso, ambas comparten elementos de su supuesto simbolista que de manera un tanto ecléctica, nos aluden a diferentes lenguajes, estilos o movimientos artísticos.

Debo decir de esta exposición que, independientemente de la propuesta conceptual y los objetivos de “lectura” que de manera intencionada aspira a conseguir en el público su autora, existe una clara reivindicación del oficio del pintor, factor éste que convierte a la muestra en un resultado de un valor técnico incuestionable y como bien dijera el gran monarca, esto siempre me llena de orgullo y satisfacción. Aunque por otra parte, esto no me impide hacer una valoración de los resultados obtenidos por esta pintora, los cuales pienso están aún en un camino de búsqueda y maduración tanto en su discurso, como en algunas cuestiones técnicas a las que una especialista, como sin duda es el caso, debería prestar mucha atención, pues como bien se expresa en la máxima referida a la cónyuge Cesariana, no solo hay que serlo, sino además parecerlo en todo momento.

Si bien es cierto que existe una clara preocupación por hacer valer y mostrarnos aquellos aspectos relacionados con la riqueza textural, tanto visual como táctil, (sobre todo en las obras realizadas en soporte papel) donde mediante el uso de los recursos que ofrece el collage, las estampaciones o transferencias, los estarcidos y los accidentes y gestos de la mancha de color entre otros, esta pintora logra una armónica combinación de la técnica del dibujo y del color, que posibilitan un resultado aglutinador entre el lenguaje gráfico y el pictórico, algo que bien podría ser utilizado como útil “laboratorio” de estimulantes experiencias, que le permitan una amplitud mayor de la riqueza plástica en la obra, para luego aplicarla sobre soportes más duraderos y definitivos como el lienzo o la madera, ya que los que se muestran en esta exposición, aún se encuentran en una clara desventaja con relación a los trabajos realizados sobre cartulinas. A pesar de ello, es meritorio destacar el hábil empleo del recurso técnico vinculado a un lenguaje más decorativo, como lo es el manejo del pan de oro, (en sus variantes más comunes, plata y cobre) que aparecen tanto en las obras realizadas sobre papel, como en las de lienzo, que su autora utiliza principalmente en los fondos que acompañan a las figuras femeninas y que nos acerca a un resultado de hermosa iconografía que no solo alude, por una parte a los retratos holandeses del siglo XVI o al legado simbolista de la pintura del austriaco Gustav Klimt, sino que además, se amplia a una velada referencia a un movimiento tan renovador y sublime como lo fue sin duda el Art deco.

Pero a pesar del atractivo y deslumbrante pan de oro y la intención de destacar la belleza de la imagen femenina en estas obras, me gustaría aceptar la invitación que nos propone su autora cuando dice que le gustaría… “que el público no quede impasible ante los cuadros, sino que los observe, que reflexione y sea capaz de sentir diversas sensaciones ante ellos” pues bien, en este sentido debo decir que existen aspectos carenciales en el dibujo, que esta pintora debiera tener en cuenta para sus próxima exposiciones. Según mi experiencia como especialista y estudioso del arte, puedo decir que estos fallos no es algo que pudiera “justificarse” con una intención de búsqueda de “expresividad” o de captar la “psicología” de las retratadas, pues el lenguaje y la iconografía elegida, no acepta la exagerada “deformación” de las partes del objeto, como sí puede ocurrir por ejemplo en obras expresionistas como las de George Grosz, Egon Schiele o incluso las de Lucian Freud en su primera etapa, entre otros muchos. Aquí hay errores, desconocimiento y desdibujo en las proporciones y estructuras anatómicas de la figura humana, y no solo en los elementos que conforman la cabeza, sino en otras partes del cuerpo que han sido recreadas en las obras como las manos, los brazos, hombros etc. (principalmente en las obras sobre lienzo) algunas modelos incluso se muestran estrábicas y con deformidad encefálica. Y teniendo en cuenta que la intención por la que claramente ha apostado esta autora, que es la de “agradar” con sus obras (con pan de oro incluido) no creo que sea muy lógico y coherente destacar tales deformaciones como un canon en el ideal de belleza.

A pesar de todo, considero que visitar esta exposición titulada “Retrato de mujer” de la pintora valenciana Amparo Pínter, es una buena ocasión para sin lugar a duda aprender de algunas cuestiones, independientemente del calado de su discurso y de estos desafortunados errores que ya he mencionado en su dibujo. Lo cierto es que incluso podemos disfrutar de un resultado de notable belleza, aunque como es natural siempre mejorable.

Sin más, les recomiendo a todos visitar esta exposición, y ojalá que ustedes como yo, no queden impasibles ante los cuadros, sino que los observen, que reflexionen y sean capaces de sentir diversas sensaciones ante ellos. Porque es eso precisamente, lo que más desea su autora con esta exposición. La muestra permanecerá abierta al público hasta el próximo día 25 de enero, en los horarios acostumbrados de lunes a jueves en las mañanas de 9.00 a 14.30 horas y en las tardes de 16.30 a 19.00 horas. Los viernes solo en la mañana.

Hasta la próxima entrega.

Amaury Suárez.